Resiliencia de la Población de Ballenas Jorobadas: Adaptación Dietética y Éxito Conservacionista

Editado por: Olga Samsonova

Las poblaciones de ballena jorobada exhiben una notable resiliencia, consolidándose como un caso paradigmático de éxito en la conservación marina a escala global. La investigadora Olga Filatova, quien ha dedicado 15 años al estudio de cetáceos en el Lejano Oriente ruso, ha documentado que los avistamientos, antes esporádicos en sus zonas de trabajo, se han vuelto eventos frecuentes. Esta recuperación se sustenta en una estimación global cautelosa que sitúa a la especie en aproximadamente 80,000 individuos, un aumento significativo desde el mínimo histórico de apenas 10,000 especímenes. Este repunte poblacional se atribuye, en gran medida, a la moratoria internacional sobre la caza comercial de ballenas, decretada por la Comisión Ballenera Internacional (CBI) y que entró en vigor en 1986.

Un pilar fundamental de este éxito radica en la notable plasticidad conductual de las jorobadas, particularmente en su alimentación. Investigaciones realizadas en el Estrecho de Senyavin, en Rusia, revelaron que estos cetáceos demostraron una capacidad de adaptación dietética crucial al cambiar su presa principal de bacalao polar a krill cuando la fuente de alimento anterior escaseó. Esta adaptabilidad, documentada en la publicación especializada Marine Mammal Science, es considerada vital para su supervivencia evolutiva. La captura diaria de hasta 2,500 kilogramos de pescado por un solo individuo resalta la necesidad de métodos de forrajeo eficientes.

Las jorobadas son reconocidas por emplear métodos de caza ingeniosos y de bajo consumo energético, como la técnica conocida como "alimentación por trampa" o "tread-water feeding". Este comportamiento implica que la ballena se posicione casi verticalmente en la columna de agua, con la boca abierta y el rostro emergiendo de la superficie, atrayendo a los peces que buscan refugio dentro de su cavidad bucal. Investigadores de la Sociedad de Investigación y Educación Marina de Canadá observaron que esta práctica se ha vuelto más frecuente, pasando de dos casos confirmados en 2011 a 16 ejemplares en 2015, lo que sugiere una posible transmisión cultural de esta innovación de forrajeo.

La Dra. Filatova, quien también ha investigado cetáceos en el Pacífico ruso, mantiene una perspectiva positiva sobre el futuro de la especie, señalando que el deshielo del Ártico está abriendo nuevas áreas de hábitat para su exploración y alimentación. No obstante, su preocupación se centra en especies que dependen estrictamente del ecosistema ártico, como el narval y la ballena boreal, que enfrentan mayores presiones ambientales. Aunque la moratoria de 1986 protege a 88 países miembros de la CBI, naciones como Noruega e Islandia continúan con operaciones de caza, mientras que Japón, tras un fallo de la Corte Internacional de Justicia en 2014 que ordenó cesar sus actividades en la Antártida, ha enfrentado escrutinio por sus prácticas.

La capacidad demostrada por las jorobadas para modificar sus estrategias de alimentación ante la disponibilidad de presas subraya una flexibilidad conductual fundamental para su persistencia en un entorno oceánico en rápida transformación. La continua observación de estas adaptaciones es clave para comprender la dinámica evolutiva de los grandes mamíferos marinos en el siglo XXI.

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Fuentes

  • Eurasia Review

  • EurekAlert!

  • Syddansk Universitet

  • Warp News

  • The Pew Charitable Trusts

  • University of Southern Denmark

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