Confirmada la Contaminación por PFAS en Especies de Mamíferos Marinos de Nueva Zelanda

Una exhaustiva investigación científica ha arrojado luz sobre la presencia generalizada de sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas, conocidas popularmente como PFAS o 'químicos eternos', en mamíferos marinos de las aguas de Nueva Zelanda. Este estudio crucial analizó muestras de tejido hepático recolectadas de 127 ballenas y delfines varados, abarcando un total de 16 especies distintas de odontocetos. Es importante destacar que esta investigación incluyó al delfín de Héctor, endémico de la región, y a tres especies de zifios, constituyendo la primera evaluación global de la exposición a PFAS para este último grupo de cetáceos.

Los resultados obtenidos ponen en tela de juicio la noción ecológica de que los hábitats oceánicos profundos y remotos actúan como refugios inmaculados frente a estos contaminantes persistentes de origen antropogénico. El estudio sugiere, por el contrario, una saturación oceánica profunda y extendida. Un equipo de investigadores, liderado por la Universidad Massey (Te Kunenga ki Pūrehuroa), dirigió esta colaboración trans-Tasmania, que también contó con la participación de la Universidad de Wollongong, la Universidad Tecnológica de Sídney, el Museo Australiano y la Universidad de Auckland.

El objetivo principal de esta indagación era discernir cómo el entorno oceánico primario de un animal influía en la acumulación de estos compuestos químicos. Dichos contaminantes provienen de productos cotidianos introducidos en el medio ambiente desde la década de 1950, como espumas contra incendios y utensilios de cocina antiadherentes.

Sorprendentemente para los investigadores, el equipo determinó que la ubicación del hábitat marino resultaba ser un predictor débil de los niveles de concentración de PFAS. En cambio, las características biológicas intrínsecas de los animales demostraron ser factores mucho más determinantes en la carga de contaminantes. Se observó consistentemente que los machos y los depredadores ápice de mayor longevidad presentaban las concentraciones más elevadas de estos químicos.

Existen mecanismos biológicos que modulan las tasas de acumulación de manera desigual. Un ejemplo claro se observa en las hembras, quienes exhiben cargas más bajas. Esto se debe a la transferencia de estos compuestos lipofílicos a sus crías durante el periodo de lactancia, un proceso que actúa como una vía de depuración parcial para las madres.

Los PFAS son sustancias sintéticas que poseen una notable resistencia a la degradación natural, lo que provoca su acumulación en tejidos ricos en proteínas, como el hígado. En estos órganos, pueden interferir con sistemas vitales como el endocrino, el inmunológico y el reproductivo. La Dra. Katharina Peters, del Laboratorio de Ecología de Vertebrados Marinos de la Universidad de Wollongong, y el Dr. Frédérik Saltré, de la Universidad Tecnológica de Sídney, subrayaron que estas especies centinela representan una amenaza significativa para la biodiversidad marina en su conjunto.

La investigación confirma que ningún rincón del océano, desde las zonas costeras hasta las profundidades abisales, ha escapado a esta contaminación. Este hallazgo agrava los factores de estrés ya existentes sobre las poblaciones marinas vulnerables, exacerbados por el cambio climático. El Dr. Shan Yi, biotecnólogo ambiental y químico de la Universidad de Auckland, corroboró la presencia de PFAS en una amplia variedad de especies. No obstante, señaló que el impacto preciso a largo plazo sobre la salud de estas poblaciones aún requiere de modelización e investigación adicionales.

En resumen, los resultados obtenidos resaltan la necesidad imperiosa de establecer una correlación clara entre los niveles de exposición detectados y los efectos adversos específicos en la salud, lo cual es fundamental para evaluar correctamente los riesgos que enfrentan tanto los cetáceos a nivel individual como las poblaciones enteras en el ecosistema marino.