El Objeto Interestelar 3I/ATLAS: Sus Jets en Forma de X Desafían un Origen Natural

El objeto interestelar 3I/ATLAS, el tercer visitante confirmado de otra estrella después de 1I/'Oumuamua y 2I/Borisov, sigue siendo un foco de intensa controversia científica. Unas imágenes capturadas el 20 de noviembre de 2025 por un equipo de astrónomos, entre ellos Michael Jäger, G. Rehmann y E. Prosperi, revelaron una morfología sumamente inusual: dos chorros estrechos y rectilíneos, orientados en ángulo recto entre sí y perpendiculares tanto a la cola como a la anticola conocidas del objeto, creando una distintiva figura en forma de X. Estos jets, que se extienden aproximadamente un millón de kilómetros, exhiben una cinemática que pone en tela de juicio los modelos convencionales de la física cometaria, los cuales predecirían patrones más bien espirales u ondulados, derivados de la rotación del núcleo con un periodo de 16,16 horas.

Este cuerpo celeste, detectado inicialmente el 1 de julio de 2025 desde Chile gracias al telescopio ATLAS, se encontraba a 326 millones de kilómetros de la Tierra cuando se registraron estas inusuales eyecciones. El profesor Avi Loeb, de la Universidad de Harvard, al estudiar los datos, calculó que para explicar la trayectoria de estos efluvios, asumiendo que se desprendieron cerca de su perihelio el 29 de octubre de 2025, se requeriría una velocidad aproximada de 500 metros por segundo. Loeb argumenta que la fuerza de marea ejercida por el Sol no es suficiente para impartir tal impulso, lo que, según su criterio, podría sugerir la intervención de un mecanismo químico característico de un artefacto tecnológico. Esta hipótesis, si bien no es compartida por la mayoría de la comunidad científica, incluida la postura oficial de la NASA, subraya la naturaleza excepcional de 3I/ATLAS.

La composición química del objeto también alimenta el misterio que lo rodea. Las observaciones realizadas con el telescopio James Webb (JWST) en agosto de 2025 mostraron una proporción de monóxido de carbono (CO) respecto al agua notablemente alta, ocho veces superior a los valores estándar observados en cometas del sistema solar. Algunos investigadores especulan que esto podría ser el resultado de miles de millones de años de exposición a los rayos cósmicos galácticos sobre la superficie del objeto durante su prolongado tránsito interestelar, lo que habría generado una costra orgánica densa. Anteriormente, cuando el objeto pasó cerca de Marte el 3 de octubre de 2025, a una distancia de unos 29 millones de kilómetros, la cámara HiRISE a bordo del Mars Reconnaissance Orbiter (MRO) capturó un resplandor en forma de 'X', que fue el primer indicio de su comportamiento anómalo.

A pesar de las anomalías, representantes de la NASA, como Nick Fox y Amit Kshatriya, mantienen la clasificación de 3I/ATLAS como cometa, atribuyendo las desviaciones a su origen extrasolar. Este cuerpo posee la mayor excentricidad orbital de todos los objetos interestelares conocidos, con un valor de 6,137. Su máximo acercamiento a la Tierra está programado para el 19 de diciembre de 2025, momento en el que se situará a unos 270 millones de kilómetros, ofreciendo a los científicos una ventana crítica para un análisis más profundo. Mientras que la mayoría de los astrónomos ven en 3I/ATLAS un cometa sano, sin señales de desintegración, la posibilidad de un origen artificial sigue siendo tema de debate, especialmente a la luz de la aceleración no gravitacional que ha registrado la NASA.

Las próximas campañas de observación serán determinantes para desentrañar esta paradoja científica. Esto incluye la vigilancia activa dentro del marco de la Red Internacional de Alerta de Asteroides (IAWN), que se extenderá desde el 27 de noviembre de 2025 hasta el 27 de enero de 2026. Es fundamental resolver estas incógnitas antes de que 3I/ATLAS abandone definitivamente el sistema solar a principios de la década de 2030, cerrando así un capítulo fascinante de la exploración cósmica.