Investigaciones Españolas Revelan el Potencial de la Granada en la Prevención del Alzheimer

Recientes investigaciones llevadas a cabo en España, particularmente por expertos de la Universidad Miguel Hernández, están poniendo el foco en las notables propiedades funcionales de la granada, una fruta emblemática de la temporada otoñal. Estos estudios exhaustivos han puesto de manifiesto la capacidad de la granada para actuar en la prevención de la enfermedad de Alzheimer, abriendo así nuevas avenidas para estrategias dietéticas preventivas.

La clave de este fruto reside en su elevado contenido de punicalagina, un antioxidante sumamente potente. Este compuesto se encuentra en abundancia en los arilos, la cáscara y las membranas internas de la fruta. Se ha determinado que su capacidad antioxidante supera significativamente a la que se encuentra en el vino tinto o el té verde. Los especialistas destacan que la punicalagina confiere efectos antiinflamatorios y cardioprotectores, ayudando a frenar el envejecimiento celular y ofreciendo una defensa potencial contra trastornos metabólicos como la obesidad y la diabetes.

Los nuevos hallazgos establecen una conexión directa entre el consumo de granada y la prevención de afecciones neurodegenerativas, incluyendo el Alzheimer, a través de sus metabolitos conocidos como urolitinas. Estas urolitinas son sintetizadas por la flora intestinal humana durante el procesamiento de los elagitaninos presentes en la fruta. Los científicos españoles sugieren que el estado de la microbiota intestinal podría funcionar como un biomarcador temprano del riesgo de desarrollar Alzheimer en individuos con predisposición genética. Un desequilibrio en la microbiota, conocido como disbiosis, puede contribuir al desarrollo de diversas patologías, lo que subraya la importancia crucial de las intervenciones dietéticas basadas en alimentos como la granada.

Además de sus beneficios neuroprotectores, la punicalagina y el ácido púnico, presentes en la pulpa y las semillas, demuestran efectos antiinflamatorios beneficiosos en condiciones como la artritis reumatoide, al modular las vías del NF-αB. Experimentos in vitro han confirmado que los polifenoles de la granada inhiben la degradación de proteoglicanos y colágeno tipo II, previniendo así el deterioro del cartílago asociado a la artritis. A esto se suma que la granada es una fuente rica en vitaminas B, C, H y PP, además de minerales esenciales como manganeso, hierro, potasio, calcio y magnesio, elementos vitales para mantener la elasticidad vascular.

Las pruebas realizadas en modelos de laboratorio, específicamente en ratones, han arrojado resultados prometedores. Se observó que la urolitina A, un metabolito derivado de la granada, facilita la eliminación de células cerebrales dañadas, mejorando las capacidades de aprendizaje, la memoria y el olfato en los animales sometidos a modelos de la enfermedad. Este descubrimiento refuerza la hipótesis de que estimular la mitofagia —el proceso de eliminación de mitocondrias defectuosas— podría ser una estrategia eficaz para depurar los desechos cerebrales vinculados al Alzheimer, como las placas amiloides. En resumen, este fruto, con una historia que se remonta a la antigüedad, demuestra una vigencia innegable en la medicina preventiva moderna.