Macron concluye visita a China centrada en Ucrania y el reequilibrio comercial

El presidente francés, Emmanuel Macron, finalizó su cuarta visita de Estado a la República Popular China, un periplo diplomático de tres días celebrado entre el miércoles 3 y el viernes 5 de diciembre de 2025. Los puntos focales de la misión en Beijing y Chengdu fueron la necesidad de persuadir a Pekín para que ejerciera su influencia sobre Moscú y promoviera un cese al fuego en el conflicto ucraniano, que se adentra en su cuarto invierno. De forma paralela, la delegación francesa, compuesta por unos 40 directivos empresariales, buscó mitigar el persistente desequilibrio comercial con China y asegurar una mayor entrada al mercado para las empresas galas.

La llegada de Macron a Beijing el 3 de diciembre incluyó una ceremonia formal presidida por su homólogo, Xi Jinping, en el Gran Salón del Pueblo, un acto que se celebró en interiores debido a las bajas temperaturas. Este encuentro, replicado en Chengdu, se inscribe en una relación que busca la reciprocidad, tras la visita de Xi Jinping a Francia el año anterior, que conmemoró el sexagésimo aniversario de las relaciones diplomáticas bilaterales. El Elíseo comunicó la intención de Macron de instar a Xi a “abstenerse de proporcionar cualquier medio, por cualquier vía, a Rusia para continuar la guerra”. Las autoridades francesas, incluyendo al Ministro para Europa y de Asuntos Exteriores, Jean-Noël Barrot, han depositado confianza en China, como miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, para presionar a Moscú.

En el ámbito económico, la necesidad de ajuste es evidente. Un asesor de Macron explicó la perspectiva de París: “Es imperativo que China consuma más y exporte menos (...) y que los europeos ahorren menos y produzcan más”. Las cifras que sustentan esta preocupación son significativas: la Unión Europea registró un déficit comercial con China que superó los 300.000 millones de euros en 2024, con cifras reportadas también en 357.000 millones de dólares. Específicamente para Francia, China representó el 46% de su déficit comercial total en 2024, una cifra cercana a los 47.000 millones de euros. Se anticipaba la firma de acuerdos en sectores clave como la energía, la industria alimentaria y la aviación, mientras Francia defendía un “acceso al mercado justo y recíproco”.

La agenda cultural y diplomática se complementó con las negociaciones de alto nivel. En Chengdu, el presidente Macron visitó la Universidad de Sichuan y el Centro de Conservación e Investigación del Panda Gigante. Este último punto tiene un contexto reciente, dado que dos pandas prestados fueron devueltos a China en noviembre de 2025 debido a problemas de salud de la hembra, Huan Huan. Estas actividades sirvieron de contrapunto a las discusiones serias, donde Francia busca mejorar la comprensión mutua con Beijing, que mantiene una postura ambigua sin condenar la invasión rusa de 2022, aunque aboga consistentemente por conversaciones de paz y el respeto a la integridad territorial.

La visita adquiere relevancia estratégica, ya que Francia será anfitriona de la cumbre del G7 en 2026, mientras que China presidirá el foro APEC ese mismo año, involucrando a economías como Estados Unidos, Japón y Australia. Las tensiones comerciales no son novedosas; la UE ha definido a China como socio, competidor y rival sistémico, lo cual se refleja en investigaciones comunitarias, como la relativa a los vehículos eléctricos chinos. Históricamente, las importaciones francesas desde China se han concentrado en productos informáticos, electrónicos y ópticos (30%), y textiles y cuero (23%), mientras que la presencia económica francesa en China se sustenta en cerca de 1.600 empresas. La búsqueda de un entorno empresarial más justo y no discriminatorio fue un tema recurrente, con el objetivo de reequilibrar la balanza que, en 2015, ya mostraba un déficit bilateral de 29.000 millones de euros para Francia, siendo China su principal socio deficitario por delante de Alemania.