El Tratado de Alta Mar, un acuerdo pionero para la conservación de la biodiversidad en aguas internacionales, ha alcanzado un hito decisivo en 2025, con la ratificación de Marruecos, la sexagésima en sumarse, activando el proceso que llevará este histórico convenio a la plena vigencia a principios de 2026. Este logro representa un paso monumental, estableciendo el primer marco legal global para proteger las vastas y vitales regiones oceánicas que se encuentran más allá de la jurisdicción nacional.
Este tratado, fruto de casi dos décadas de negociaciones, aborda las lagunas regulatorias existentes en la gobernanza de alta mar, un área que abarca dos tercios de los océanos y que enfrenta crecientes amenazas como la sobrepesca, el cambio climático y la minería de aguas profundas. Su entrada en vigor es fundamental para alcanzar el objetivo global "30x30", que busca proteger el 30% de la tierra y el mar del planeta para 2030, asegurando la resiliencia de los ecosistemas marinos y su papel crucial en la regulación climática y la generación de oxígeno.
El tratado proporciona herramientas esenciales para la gestión y protección de estas áreas. Permite la creación de áreas marinas protegidas (AMP) en alta mar, la evaluación de impacto ambiental para actividades planificadas y el fomento de la cooperación científica. Un aspecto clave es la garantía de un reparto equitativo de los beneficios derivados de los recursos genéticos marinos, fortaleciendo la capacidad de los países en desarrollo y las naciones insulares, quienes dependen intrínsecamente de la salud oceánica para su sustento y bienestar.
Expertos como Johan Bergenas, del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), describen las altas mares como "la escena del crimen más grande del mundo, sin gestión ni aplicación", subrayando la necesidad imperante de este marco legal. Si bien la ratificación de 60 naciones es un triunfo de la diplomacia multilateral, la cautela o la falta de ratificación por parte de potencias marítimas clave como Estados Unidos, China, Rusia y Japón presenta un desafío. La adhesión de Marruecos, siguiendo los pasos pioneros de Palaos y Seychelles, consolida un amplio consenso internacional, con 143 países firmantes. La iniciativa de países como Chile, que planea presentar la primera propuesta de AMP en alta mar bajo el tratado, demuestra un camino a seguir. La Dra. Katie Matthews de Oceana enfatiza la importancia de "convertir el papel en protección" y la necesidad de una implementación rápida para asegurar un futuro próspero para la vida marina y las comunidades que dependen de ella. El próximo paso será la primera Conferencia de las Partes (COP), donde se definirán los detalles de implementación.