El cometa interestelar 3I/ATLAS, el tercer visitante de este tipo confirmado en nuestro sistema solar, descubierto el 1 de julio de 2025, se encuentra en una trayectoria que lo aleja de la Tierra. La Agencia Espacial Europea (ESA) está utilizando sus misiones interplanetarias para estudiar este enigmático objeto desde perspectivas ventajosas. Las naves espaciales Mars Express y ExoMars Trace Gas Orbiter (TGO) de la ESA se posicionarán para observar el cometa 3I/ATLAS entre el 1 y el 7 de octubre de 2025, coincidiendo con su aproximación a Marte. El punto de mayor cercanía se espera para el 3 de octubre, a unos 30 millones de kilómetros de las naves. Estos orbitadores utilizarán sus cámaras, la High Resolution Stereo Camera (HRSC) en Mars Express y el Colour and Stereo Surface Imaging System (CaSSIS) en TGO, para capturar imágenes detalladas del cometa. Posteriormente, la misión Jupiter Icy Moons Explorer (JUICE) de la ESA también se unirá a la observación entre el 2 y el 25 de noviembre de 2025, tras su paso por el perihelio. JUICE observará el cometa poco después de su máxima aproximación al Sol, lo que le permitirá una visión privilegiada de su estado más activo.
El cometa 3I/ATLAS, detectado inicialmente por el telescopio ATLAS en Chile, se distingue por su órbita hiperbólica, confirmando su origen fuera de nuestro sistema solar. Investigaciones recientes sugieren que este cometa podría tener más de siete mil millones de años y provenir del disco grueso de la Vía Láctea, lo que lo convertiría en uno de los objetos más antiguos jamás detectados. El análisis de su luz ha revelado una composición inusual, con un exceso de dióxido de carbono en su coma, una característica no observada previamente en cometas de nube de Oort. Esta peculiaridad, junto con la presencia de níquel atómico y cianógeno, añade misterio a su naturaleza.
La ESA también está explorando la posibilidad de coordinar observaciones con otras misiones, como la Europa Clipper de la NASA, ampliando así el alcance de la investigación. Estas misiones interplanetarias de la ESA representan una oportunidad sin precedentes para estudiar de cerca un visitante de otro sistema estelar, ofreciendo valiosa información sobre la diversidad de objetos que pueblan el cosmos y los procesos de formación planetaria en otras partes de la galaxia. Las observaciones de telescopios como el James Webb y el Very Large Telescope han indicado composiciones químicas anómalas, incluyendo un alto ratio de CO2 respecto al agua y la presencia de níquel sin hierro, lo que ha generado debate sobre su origen.