La Microbiota Intestinal Produce Precursores de Serotonina, Vinculando Dieta y Estado de Ánimo
Editado por: Olga Samsonova
Revelaciones científicas indican que aproximadamente el 90% de la serotonina corporal se sintetiza en el tracto gastrointestinal, un proceso fuertemente modulado por la ingesta dietética. Este hallazgo establece una conexión intrínseca entre la salud digestiva y el bienestar emocional, un concepto central en el eje intestino-cerebro. La serotonina, esencial para la modulación del estado de ánimo, la cognición y el sueño, se produce periféricamente en el intestino de manera funcionalmente independiente del sistema nervioso central (SNC).
Ciertas poblaciones bacterianas específicas dentro del microbioma humano, notablemente cepas de Lactobacillus y Bifidobacterium, han demostrado la capacidad de generar serotonina mediante la descarboxilación directa del 5-hidroxitriptófano (5-HTP). Investigadores han señalado que metabolitos generados por la flora bacteriana promueven esta síntesis en las células que recubren el intestino, un mecanismo que los fármacos antidepresivos buscan emular al aumentar la serotonina. Específicamente, cepas como Bifidobacterium infantis se han asociado con el aumento del triptófano y la serotonina, lo que influye en trastornos del sueño y la depresión.
Para nutrir estos microorganismos beneficiosos y optimizar la creación eficiente de serotonina periférica, es fundamental el consumo de alimentos ricos en fibra, como avena, granos integrales y productos fermentados. La fibra dietética, no absorbida por el intestino delgado, llega al grueso donde es fermentada, produciendo ácidos grasos de cadena corta (AGCC) necesarios para la comunicación nerviosa y la modulación de los niveles de serotonina. La Sociedad Internacional de Inmunonutrición (ISIN) respalda que las dietas ricas en prebióticos generan una microbiota saludable.
En contraste, para la síntesis de serotonina en el sistema nervioso central, el triptófano, un aminoácido esencial presente en alimentos como el tofu y las semillas de calabaza, requiere un acceso facilitado al cerebro. El transporte de triptófano a través de la barrera hematoencefálica es competitivo, ya que disputa el mismo soporte de transporte con otros aminoácidos neutros. La estrategia dietética óptima implica la ingesta de carbohidratos complejos, como la quinua, junto con proteínas vegetales, para inducir una liberación de insulina. Esta respuesta ayuda a secuestrar los aminoácidos competidores fuera de la circulación, mejorando así la relación de triptófano frente a otros aminoácidos en plasma y favoreciendo su paso hacia el cerebro, potenciando la síntesis de serotonina central.
Este patrón dietético, que prioriza fuentes vegetales y carbohidratos complejos, fortalece la comunicación bidireccional del eje intestino-cerebro, impactando directamente en la regulación del estado anímico y los niveles de energía. Un desequilibrio en la microbiota, provocado a menudo por dietas ricas en aditivos, azúcares refinados y grasas saturadas, se ha correlacionado con alteraciones en el estado de ánimo y una disminución en la producción de este neurotransmisor. Investigadores como Ted Dinan de la University College Cork han vinculado la depresión y la ansiedad con alteraciones en la composición de la microbiota intestinal.
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Fuentes
Plantbased Telegraf
American Physiological Society Journal
Begin Rebirth
PsyPost
PubMed Central
The Dr Kumar Discovery
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