El volcán Sabancaya, situado en la región de Arequipa, Perú, ha sido elevado a nivel de alerta naranja debido a un incremento significativo en su actividad eruptiva. El Instituto Geofísico del Perú (IGP), a través de su Centro Vulcanológico Nacional (CENVUL), tomó esta decisión tras registrarse una fumarola que superó los 5,000 metros de altura el 13 de septiembre de 2025. Este evento estuvo acompañado de explosiones, dispersión de cenizas y flujos piroclásticos.
Katherine Vargas, coordinadora del CENVUL, detalló que la alerta naranja señala un aumento importante en la actividad volcánica, manifestado por una mayor sismicidad, explosiones frecuentes y una emisión constante de cenizas. Como consecuencia, se ha emitido una alerta de dispersión de cenizas para los distritos cercanos de Huambo y Huanca, así como para otros centros poblados en la zona afectada.
El IGP mantiene un monitoreo ininterrumpido del volcán durante las 24 horas del día, con el objetivo de proveer información actualizada a la población y a las autoridades competentes. El Sabancaya, reconocido como el segundo volcán más activo de Perú, se encuentra en un proceso eruptivo continuo desde noviembre de 2016.
Históricamente, el Sabancaya ha presentado tanto flujos de lava como erupciones explosivas, con registros de actividad que se remontan al siglo XVI y eventos notables en 1750, 1990 y 1998. La actividad reciente, iniciada en 2016, se ha caracterizado por explosiones diarias y la emisión de ceniza y gas.
La ceniza volcánica, al ser dispersada por el viento, puede viajar largas distancias e impactar negativamente en la salud, la agricultura y la infraestructura. En erupciones previas, la ceniza ha provocado irritación ocular y de garganta, además de daños al ganado y a los cultivos.
Ante la alerta naranja, se insta a la población de las áreas expuestas a tomar las precauciones necesarias, como el uso de mascarillas y la limitación de la exposición prolongada al aire libre. Las autoridades continúan evaluando medidas preventivas adicionales para garantizar la seguridad y el bienestar de las comunidades aledañas, destacando la importancia del monitoreo constante y la rápida difusión de información por parte del IGP para la gestión del riesgo volcánico.