Festival Sempasúchil 2025 en CDMX: Tradición Milenaria y el Rigor Aduanero de EE. UU. para la Flor de Muerto

Editado por: Anulyazolotko Anulyazolotko

El corazón de la Ciudad de México se transforma anualmente para acoger una de sus celebraciones más significativas. El emblemático Paseo de la Reforma se convierte en el escenario vibrante del Festival Sempasúchil 2025, un evento que trasciende la mera función de un mercado temporal. Es, de hecho, una manifestación palpable de una tradición ancestral profundamente arraigada en la conmemoración del Día de Muertos. La flor de cempasúchil, cuyo nombre náhuatl significa 'flor de veinte pétalos', es conocida popularmente como la 'flor de los muertos' por su intenso color naranja y su aroma penetrante, fungiendo como el conducto sagrado que guía a las almas de los ancestros de vuelta al hogar. Esta celebración, que se extiende hasta el 2 de noviembre, no solo fortalece el tejido cultural de la capital, sino que también proporciona un apoyo directo y vital a los agricultores locales, cuya conexión con este cultivo se remonta a la época prehispánica.

La producción de cempasúchil de este año ha marcado un hito, alcanzando cifras históricas que superan los registros anteriores. Las tierras de conservación de la Ciudad de México han sido cruciales para este éxito, con una participación destacada de las áreas de Xochimilco, Tláhuac y Milpa Alta. Los dedicados productores lograron cultivar y cosechar más de 6.1 millones de plantas, las cuales ahora tiñen la metrópoli con los tonos cálidos de la memoria y el respeto. Desde su inauguración el 17 de octubre, el festival se ha consolidado como el punto de encuentro ideal. Ofrece a los visitantes la oportunidad de adquirir no solo las flores frescas, sino también todos los elementos necesarios para ensamblar el tradicional altar de muertos: desde velas y copal hasta macetas y adornos, facilitando la compra directa a los cultivadores, eliminando intermediarios y asegurando un beneficio justo para la comunidad agrícola.

La administración local ha puesto un énfasis particular en la relevancia de estos espacios comunitarios. La jefa de gobierno, Clara Brugada, ha destacado cómo la cultura y el esfuerzo de los habitantes se transforman en un patrimonio compartido, actuando como un poderoso catalizador para la unidad social y el reconocimiento mutuo del valor del trabajo tradicional. Sin embargo, esta abundancia y libre circulación de la flor dentro de México contrasta fuertemente con las dificultades que enfrenta su potencial exportación a Estados Unidos. El comercio internacional de la flor de cempasúchil está sujeto a un estricto muro de regulaciones impuestas por la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) del país vecino.

Estas normativas fronterizas son inflexibles y están diseñadas con el objetivo primordial de salvaguardar los ecosistemas estadounidenses de posibles plagas o enfermedades. La CBP exige de manera categórica que únicamente se importen flores cortadas, las cuales deben estar completamente desprovistas de raíces y cualquier rastro de tierra. Cualquier ejemplar que despierte la más mínima sospecha de contaminación o que no cumpla con los estándares sanitarios es sujeto a la incautación inmediata. Este riguroso control fronterizo crea una dicotomía notable: la tradición fluye libremente en el interior, mientras que la exportación se enfrenta a severas restricciones administrativas y fitosanitarias.

Este marcado contraste ilustra la compleja interacción entre la expresión cultural interna y las estructuras regulatorias externas. Mientras que las autoridades estadounidenses priorizan la pureza física y la sanidad de las plantas importadas, los organizadores del festival en México se enfocan en la pureza de la intención ritual y en el apoyo continuo a las generaciones que mantienen viva esta conexión ancestral. Como complemento a la celebración floral, la capital acoge simultáneamente la exposición lumínica FILUX, donde cirios y calaveras gigantes iluminan el Paseo de la Reforma. Este evento paralelo genera un espacio de contemplación e intercambio energético entre los vivos y los difuntos, recordándonos que el valor intrínseco del ritual reside en la resonancia espiritual y la memoria colectiva, trascendiendo cualquier barrera material o administrativa impuesta por las fronteras.

Fuentes

  • La Nacion

  • Heraldo USA

  • El Universal

  • Boletín Comunitario NOVIEMBRE 2024

  • El Cronista

  • LA NACION

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