El martes 28 de octubre de 2025, Jamaica experimentó un evento meteorológico sin precedentes al ser impactada por el huracán Melissa, catalogado como el ciclón más potente registrado en los 174 años de mediciones meteorológicas de la isla. Clasificada como una tormenta de Categoría 5, Melissa desplegó vientos sostenidos de 282 km/h y ráfagas que llegaron hasta los 345 km/h, según reportes iniciales. La presión atmosférica descendió a 892 hectopascales, mientras que una marejada ciclónica de 4 metros exacerbó la devastación.
La precipitación acumulada fue extrema, alcanzando los 750 litros por metro cuadrado, lo que, combinado con la orografía montañosa de la nación caribeña, provocó inundaciones generalizadas y deslizamientos de tierra que alteraron significativamente el paisaje y la vida diaria. El impacto humano se cuantificó en siete vidas perdidas, con repercusiones sentidas también en Haití y República Dominicana. Ante la magnitud del desastre, las autoridades jamaicanas activaron 800 refugios para albergar a los damnificados, aunque se notó una marcada renuencia entre muchos residentes a abandonar sus hogares.
El Primer Ministro Andrew Holness confirmó haber recibido llamadas de solidaridad de organismos internacionales como las Naciones Unidas, Estados Unidos, Reino Unido, Francia y los países de la Comunidad del Caribe (Caricom). El enfoque gubernamental se ha trasladado a las fases de socorro, recuperación y reconstrucción. Científicamente, el Dr. Fabio D'Andrea, Director del Departamento de Geociencias en la École Normale Supérieure (ENS) de Francia, destacó la preocupante velocidad de intensificación del fenómeno, pasando de Categoría 3 a 5 en pocas horas, lo que dificultó los modelos predictivos. D'Andrea también señaló que la frecuencia de tales huracanes está siendo moldeada por el cambio climático.
Tras su paso por Jamaica, Melissa continuó su trayectoria hacia el norte, afectando a Cuba el miércoles 29 de octubre y posteriormente a las Bahamas, con la mirada puesta en Bermuda. La investigadora Leanne Archer de la Universidad de Bristol enfatizó la vulnerabilidad desproporcionada de islas como Jamaica ante estos eventos amplificados, a pesar de su mínima contribución histórica a las emisiones globales. La respuesta colectiva y la planificación estratégica post-desastre se presentan como un catalizador para la reevaluación de prioridades y la consolidación de la unidad comunitaria.
