Selkirk Rex: La metamorfosis de una mutación genética en raza felina

La raza de gatos Selkirk Rex, inconfundible gracias al rizo singular y distintivo de su pelaje, debe su existencia a una mutación genética espontánea. Este suceso biológico se documentó por primera vez en el año 1987 en el estado de Montana, situado en Estados Unidos. La anomalía se manifestó de forma inesperada en una camada de gatos domésticos comunes, donde una de las crías, a la que se le dio el nombre de Miss DePesto, exhibía no solo un manto corporal completamente rizado, sino también unas vibrisas (bigotes) notablemente onduladas. Este ejemplar se convirtió inmediatamente en el progenitor fundamental y el punto de partida para el desarrollo y establecimiento de esta nueva estirpe felina.

Al percatarse de la trascendencia de esta particularidad genética, la criadora estadounidense Jeri Newman inició un riguroso programa de cría selectiva. Su objetivo primordial era asegurar y fijar la presencia de este gen dominante responsable del rizado. En las etapas iniciales, la gata portadora de la mutación fue cruzada con individuos de la raza Persa. Posteriormente, para enriquecer el acervo genético y perfeccionar el estándar racial, se incorporaron ejemplares de gatos Exóticos y Británicos. Esta cuidadosa selección fue determinante para configurar la morfología y el aspecto final del Selkirk Rex que conocemos hoy.

El nombre de la raza es una composición significativa: el sufijo «Rex» lo inscribe automáticamente dentro del grupo de razas felinas caracterizadas por tener un pelaje ondulado o rizado. Por su parte, el término «Selkirk» fue elegido por la criadora Jeri Newman como un homenaje al apellido de su padrastro. Gracias a la labor de Newman y otros criadores, la raza logró obtener su reconocimiento oficial por parte de las principales asociaciones felinas en 1992, consolidando su posición en el mundo de la felinología.

En lo referente a sus características físicas, los Selkirk Rex se clasifican dentro de las razas de tamaño medio a grande. Los machos, en particular, son robustos y pueden alcanzar o superar con facilidad los 7 kg de peso. Su estructura corporal es fuerte y musculosa, complementada por unas patas cortas y fornidas. Este conjunto de rasgos físicos les otorga una apariencia compacta y adorable, frecuentemente comparada con la de un oso de peluche.

El rasgo más distintivo es, sin duda, su pelaje, el cual puede ser tanto corto como largo. En ambos casos, se distingue por una textura afelpada y una ondulación que no se limita al cuerpo, sino que se extiende a los bigotes y las cejas, dándoles una expresión facial única. Es crucial notar que la intensidad y definición del rizo no son constantes; estas cualidades pueden fluctuar considerablemente, influenciadas por variables como la edad del gato, su sexo, las condiciones climáticas del entorno y los cambios estacionales.

Debido a la inclusión de la raza Persa en las primeras fases de su desarrollo, los Selkirk Rex mantienen un riesgo hereditario potencial de padecer poliquistosis renal, lo que subraya la importancia de los chequeos veterinarios preventivos. A pesar de esta predisposición, cuando reciben los cuidados adecuados, estos felinos gozan de una longevidad notable, superando habitualmente los 15 años de vida y, en muchos casos documentados, llegando a vivir entre 17 y 20 años.

El mantenimiento del pelaje varía según su longitud. Los ejemplares de pelo largo requieren un cepillado regular y sumamente delicado para prevenir la formación de molestos nudos y esteras. Por el contrario, las variedades de pelo corto son significativamente menos demandantes en términos de aseo. Un aspecto genético singular es que las camadas pueden incluir gatitos que manifiestan el gen dominante del rizo, junto con otros que poseen pelo liso, a estos últimos se les denomina específicamente Selkirk Straight. Esta dualidad genética añade un elemento fascinante a la cría de la raza.

En cuanto a su carácter, los Selkirk Rex demuestran una personalidad equilibrada y afable. Son ampliamente reconocidos por su naturaleza extremadamente cariñosa, su disposición juguetona y la profunda lealtad que desarrollan hacia sus dueños. Tienen la particularidad de expresar su afecto y emociones mediante un ronroneo suave y discreto, evitando vocalizaciones estridentes. La combinación de su apariencia física inusual y su temperamento dócil y compañero ha asegurado a esta raza un lugar de prestigio y un logro significativo dentro del ámbito de la felinología moderna.