El bienestar de las mascotas ante todo: ¿Es apropiado disfrazar a perros y gatos en Halloween?

Editado por: Екатерина С.

Cada año, cuando llega la temporada de Halloween, las redes sociales se inundan de imágenes adorables de animales domésticos ataviados como calabazas o superhéroes. Estas fotografías, aunque enternecedoras para los humanos, plantean una pregunta crucial: ¿estos disfraces realmente divierten a nuestras mascotas o, por el contrario, les generan una fuente innecesaria de tensión y malestar?

Es fundamental comprender que la mayoría de los atuendos festivos están diseñados pensando exclusivamente en la estética y el disfrute humano. Los perros y los gatos carecen de la capacidad de entender el propósito de ser "vestidos". En el mejor de los casos, toleran la situación con paciencia; en el peor, experimentan un estrés auténtico. Una mascota disfrazada no se siente mona; puede sentirse cohibida, ansiosa o incluso aterrorizada. Es un error grave interpretar la aparente tranquilidad como aceptación.

Los etólogos y cinólogos advierten que gestos no verbales, como el lamido frecuente de la nariz, sacudirse el cuerpo o intentar apartarse, son indicadores inequívocos de que el animal está estresado, incluso si parece dócil. La calma exterior no debe confundirse con el consentimiento o la comodidad.

La situación se complica especialmente en el caso de los felinos. Los gatos poseen una aversión instintiva a cualquier elemento que limite su movilidad o que interfiera con su ritual de acicalamiento (lamerse). Un disfraz que resulta encantador a los ojos del dueño puede desencadenar un episodio de ansiedad considerable en el animal debido a la restricción de sus movimientos naturales.

Además del malestar psicológico, una vestimenta inadecuada puede acarrear riesgos directos para la salud física. Un disfraz mal ajustado puede restringir los movimientos naturales del animal, dificultar la respiración normal o provocar rozaduras e irritaciones en la piel. Los expertos del fondo benéfico PDSA han emitido advertencias específicas, señalando que los tejidos densos o ajustados pueden alterar la termorregulación, aumentando el riesgo de sobrecalentamiento, una condición peligrosa para muchos animales.

También existe el peligro de ingestión. Elementos decorativos pequeños, como abalorios, lentejuelas o pedrería, pueden desprenderse y ser tragados por la mascota, lo que representa un riesgo de asfixia u obstrucción intestinal. Adicionalmente, las piezas de plástico de baja calidad que se utilizan en muchos disfraces suelen contener ftalatos, sustancias químicas que han demostrado ser perjudiciales para órganos vitales como los riñones y el hígado.

Es imperativo que los propietarios observen atentamente las reacciones de sus compañeros animales. Cualquier señal de incomodidad —intentos de liberarse del atuendo, inmovilidad (congelación), orejas pegadas a la cabeza, maullidos o gemidos— debe ser la señal inmediata para retirar el disfraz. Existen numerosas maneras de participar en las festividades de la temporada sin someter al animal a pruebas innecesarias. Basta con un sencillo accesorio temático, como un elemento naranja en el collar o una bufanda ligera de temporada. En última instancia, el único atuendo verdaderamente aceptable es aquel que no altera en absoluto el nivel de bienestar y confort natural de su querida mascota.

Fuentes

  • France Bleu

  • Parisian Pet

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