El 27 de octubre: Día del Gato Negro en Gran Bretaña para desterrar supersticiones
Autor: Екатерина С.
Cada año, el 27 de octubre, Gran Bretaña dedica una jornada especial a la celebración del Día del Gato Negro. El propósito fundamental de esta conmemoración es disipar los mitos y prejuicios que históricamente han rodeado a estos felinos. Esta iniciativa fue puesta en marcha en 2011 por la organización benéfica británica Cats Protection, debido a una preocupante realidad: los animales con pelaje negro suelen permanecer en los refugios durante períodos más prolongados en comparación con sus compañeros de otros colores.
La razón principal de esta situación reside en que el gato negro se ha convertido en uno de los temas más recurrentes en el folclore y las supersticiones populares. Mientras que para algunas culturas representan un presagio de infortunio y hechicería, para otras son, por el contrario, un poderoso símbolo de buena suerte y prosperidad.
En el Antiguo Egipto, los gatos eran venerados y protegidos por la ley, aunque no existía un culto específico dedicado al color negro. Las hermosas gatas negras recibían la misma adoración que sus congéneres de cualquier otra tonalidad.
Sin embargo, la percepción cambió drásticamente en la Europa medieval, donde los gatos comenzaron a ser estrechamente vinculados con las brujas y la práctica de la magia negra. El color oscuro encajaba perfectamente con la imagen de lo oculto, lo nocturno y lo demoníaco. Por ello, era habitual que los gatos negros acabaran en la hoguera junto a sus dueñas.
El tratado de demonología conocido como Malleus Maleficarum incluso sostenía la capacidad de las brujas para transformarse en gatos negros. Aunque los gatos de otros colores también sufrieron persecución, fue durante este periodo de histeria colectiva y persecuciones religiosas que el gato negro se consolidó firmemente en el imaginario popular como el familiar o compañero de brujos y hechiceras, tanto en el folclore como en la cultura artística.
A partir de entonces, la reputación dañada por la Inquisición facilitó la proliferación de funestas supersticiones. Los felinos de pelaje oscuro pasaron a ser considerados augurios de toda clase de calamidades: enfermedades, malas cosechas o incluso la muerte. La creencia más extendida es que si un gato negro se cruza en tu camino, no debes esperar buena fortuna. No obstante, en Alemania se introdujo un matiz interesante: cruzar de derecha a izquierda se considera un mal augurio, pero si lo hace de izquierda a derecha, se interpreta como algo favorable.
Pese a la intensa campaña de desprestigio orquestada por la Santa Inquisición, el irresistible encanto felino no pudo ser erradicado por completo. Incluso en Europa, los gatos negros no se convirtieron universalmente en un emblema del mal. En ciertas regiones, ver un gato negro en el umbral de la casa se consideraba un presagio de prosperidad futura.
Para los marineros, simbolizaban la buena suerte en la navegación y actuaban como protectores de los familiares que quedaban en tierra. Un ejemplo notable es el del rey Carlos I de Inglaterra, quien mantenía a su gata negra bajo vigilancia personal, convencido de que era la guardiana de su buena suerte. La leyenda cuenta que fue arrestado justo al día siguiente de la muerte de su querida mascota.
Japón, por su parte, optó por no adoptar las connotaciones negativas europeas. Allí se cree que la dueña de un gato negro nunca carecerá de atención masculina. Si un gato negro estornuda, es costumbre saludarlo. Además, la figura del Maneki-Neko de color negro se utiliza específicamente para proteger el hogar contra el mal de ojo.
De esta manera, la humanidad ha depositado una enorme responsabilidad sobre los hombros de estos pequeños felinos negros, atribuyéndoles el destino de individuos y de la sociedad en general. Por ello, se hizo necesario establecer un día especial para recordar a quienes se dejan llevar por la magia cotidiana que los gatos negros no son portadores de suerte ni de desgracia, ni heraldos de infortunio o riqueza. Son mucho más que eso: son compañeros y guías, al igual que cualquier otro ser vivo con el que compartimos una parte de nuestra existencia.
Sin embargo, existe un problema muy real con los gatos negros, conocido por todos sus felices dueños y prácticamente por todos los refugios: es extremadamente difícil fotografiarlos con éxito. El resultado suele ser una mancha negra si el gato duerme, o una mancha negra con ojos si se da cuenta de que intentas inmortalizarlo. El consejo profesional es utilizar iluminación suave y uniforme, un fondo contrastante y enfocar en los ojos. Para captar su atención, ofrécele un juguete o una golosina. Si todo falla, no dudes en realizar una danza del vientre, cantar una hermosa canción o recitar un soneto de Shakespeare. ¡Algo de esto funcionará sin duda! Y en una de cada cien fotografías, contemplarás la encarnación de la belleza y la gracia, y comprenderás por qué tanto las brujas como Carlos I tenían buen ojo para los gatos.
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