En la madrugada del 13 al 14 de septiembre de 2025, las Fuerzas de Operaciones Especiales y de Sistemas No Tripulados de Ucrania ejecutaron un ataque coordinado con drones contra la refinería de Kirishi (KINEF), situada en la región de Leningrado, Rusia. Esta instalación es una de las mayores plantas de procesamiento de petróleo del país, con una capacidad anual de aproximadamente 20 millones de toneladas de crudo, lo que la convierte en un objetivo estratégico significativo. El ataque provocó la caída de escombros de drones derribados, generando un incendio que fue rápidamente controlado. Afortunadamente, no se reportaron heridos. El Estado Mayor ucraniano confirmó la operación, señalando que la refinería de Kirishi es un procesador líder en Rusia, produciendo alrededor de 80 productos petrolíferos, incluyendo combustibles esenciales para el transporte y la aviación. Este tipo de acciones se enmarcan en una estrategia ucraniana para mermar la fortaleza económica de Rusia y limitar su capacidad de abastecer a sus fuerzas armadas.
La refinería, operada por Surgutneftegas, procesa cerca de 17,7 millones de toneladas métricas de crudo anualmente, lo que representa aproximadamente el 6,4% de la producción total de refinación de Rusia. El incidente se suma a una serie de ataques ucranianos a la infraestructura energética rusa, que han afectado al menos a dos refinerías importantes, paralizando hasta un 17% de la industria de refinación de petróleo del país a finales de agosto de 2025. La eficacia de estos ataques se refleja en el mercado internacional, con analistas de JPMorgan señalando una creciente voluntad de alterar los mercados de petróleo, lo que podría presionar al alza los precios. La refinería de Kirishi es un centro clave para la exportación de petróleo ruso, con una capacidad de carga de alrededor de 1 millón de barriles diarios.
En respuesta a estas operaciones, Estados Unidos ha intensificado sus esfuerzos para persuadir a los países de la OTAN de implementar sanciones energéticas más estrictas contra Rusia. El expresidente Donald Trump ha sido un firme defensor de esta postura, instando a todos los miembros de la OTAN a cesar las compras de petróleo ruso y adoptar medidas similares, condicionando la imposición de nuevas sanciones por parte de EE. UU. a la acción colectiva de la alianza. La Unión Europea, por su parte, mantiene su compromiso de eliminar gradualmente las importaciones de petróleo y gas rusos para 2028, aunque ha habido llamados para acelerar este proceso. Las sanciones impuestas por la UE y el G7 han afectado significativamente los ingresos de Rusia, si bien la economía rusa ha buscado redirigir sus exportaciones a Asia y ha desarrollado estrategias para eludir las restricciones.
La capacidad de Rusia para generar ingresos del sector energético se ha visto mermada, con una caída estimada en los ingresos por hidrocarburos hasta 2025. Los ataques ucranianos a la infraestructura energética rusa, como el ocurrido en Kirishi, son parte de una campaña más amplia que busca debilitar la capacidad de Moscú para financiar el conflicto. Estos eventos subrayan la naturaleza evolutiva del conflicto, donde la guerra de drones se ha intensificado, impactando no solo la infraestructura militar sino también la económica y energética de ambas naciones.