Disolución del Departamento de Eficiencia Gubernamental en Medio de Revelaciones de Redes de Influencia Extranjera en X

El Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), una entidad establecida mediante decreto presidencial por Donald Trump el 20 de enero de 2025, fue oficialmente desmantelado en noviembre de ese mismo año. Este cese de operaciones ocurrió prematuramente, ya que su mandato original se extendía hasta mediados de 2026. Scott Kuper, director de la Oficina de Gestión de Personal (OPM), confirmó en noviembre que el DOGE ya no funcionaba como una estructura centralizada. La mayor parte de sus responsabilidades fueron transferidas a la OPM, la agencia federal encargada de los recursos humanos del gobierno.

Esta reestructuración se produjo en un contexto de prolongado cierre parcial del gobierno federal, que se extendió desde el 1 de octubre hasta el 12 de noviembre de 2025. Ciertos sectores conservadores interpretaron esta disolución como un revés para la reforma federal, a la que a menudo se hacía referencia como la oficina de recortes de gastos al estilo “Trump-Musk”. Cabe recordar que Elon Musk, quien había servido como funcionario público especial, dimitió en mayo de 2025 tras un desacuerdo público con el presidente Trump respecto a la legislación conocida como la “Gran Ley Hermosa” (Big Beautiful Law).

La misión inicial del DOGE era ambiciosa: modernizar la tecnología de la información, maximizar la productividad y reducir drásticamente los gastos y las regulaciones federales. Musk había comparado esta labor con el uso de una “motosierra contra la burocracia”. La agencia había reportado ahorros que, según sus cifras, superaban los 205 mil millones de dólares. No obstante, las evaluaciones independientes ofrecían un panorama mucho más sombrío. Un informe de un investigador fechado el 7 de noviembre de 2025 sugería que los recortes aplicados a los programas de ayuda exterior habían resultado en la pérdida de más de 600,000 vidas. Adicionalmente, análisis independientes indicaban que las reducciones impulsadas por el DOGE podrían representar un costo mucho mayor para los contribuyentes, con la Oficina de Impuestos (IRS) pronosticando una pérdida de ingresos fiscales superior a los 500 mil millones de dólares debido a estas medidas.

De manera paralela a la disolución del DOGE, la plataforma X (anteriormente conocida como Twitter) implementó en noviembre de 2025 una función de transparencia que mostraba el país de origen de las cuentas de usuario. Nikita Bier, jefa de producto de X, confirmó el despliegue limitado, iniciado cerca del 21 de noviembre de 2025, como un paso hacia el fortalecimiento de la integridad de la plataforma. Esta nueva herramienta, que permite verificar el país de registro, el historial de cambios de nombre de usuario y los datos de la tienda de aplicaciones, fue vista por muchos partidarios como una validación de sus preocupaciones sobre la injerencia foránea. Por ejemplo, se rastreó la cuenta “America First”, con más de 67,000 seguidores, hasta Bangladés, mientras que “1776General” fue vinculada a Turquía, exponiendo así la intervención extranjera en el debate estadounidense. Sin embargo, la función también detectó fuentes internacionales que se oponían a Trump, como una cuenta operando desde Austria.

Dos altos funcionarios del DOGE, incluido Joe Gebbia, se trasladaron a la recién establecida National Design Studio en agosto de 2025, cuyo propósito era reformar los sitios web gubernamentales. Otros exmiembros de la agencia asumieron puestos directivos en el Departamento de Salud y en la Oficina de Investigación Naval. La simultaneidad entre el cese de las operaciones del DOGE, marcado por notables movimientos de personal, y la revelación de estas redes de influencia extranjera en X, dibuja un panorama complejo sobre la gobernanza y el entorno informativo de la administración. La rápida implementación y posterior disolución del DOGE, sumada a las graves consecuencias atribuidas a sus recortes, sugiere una inestabilidad operativa o fallas fundamentales en la ejecución de su mandato.

A pesar de que la Casa Blanca insiste en que los esfuerzos para desregular continuarán, el colapso del DOGE, una entidad que Musk había presentado en febrero como un modelo de transparencia sin precedentes, contrasta notablemente con las actuales políticas de apertura en las plataformas de comunicación. Además, se ha revocado la moratoria de contratación a nivel gubernamental que el propio DOGE había impuesto anteriormente.