El Tribunal Supremo Federal de Brasil ha sentenciado al expresidente Jair Bolsonaro a 27 años y tres meses de prisión por su implicación en un intento de subvertir los resultados de las elecciones presidenciales de 2022. Esta condena marca la primera vez que un exjefe de Estado brasileño es hallado culpable de un intento de golpe de Estado, un momento crucial para la democracia en el país.
El tribunal encontró a Bolsonaro y a siete de sus coacusados culpables de conspirar para mantenerse en el poder tras su derrota electoral. Los cargos específicos incluyen la abolición violenta del estado de derecho democrático, la participación en una organización criminal armada y daños agravados a bienes públicos y patrimonio cultural. El juez ponente, Alexandre de Moraes, enfatizó que el objetivo del gobierno era perpetuarse en el poder ignorando los principios democráticos, calificando estas acciones como un acto de golpe de Estado.
Bolsonaro ha negado las acusaciones, calificando el juicio de "caza de brujas" y ha manifestado su intención de apelar la sentencia. El expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, calificó la condena de "muy sorprendente" y trazó paralelismos con sus propias experiencias. Por su parte, el Secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, criticó la decisión del tribunal brasileño como una "caza de brujas", prometiendo una respuesta adecuada por parte de EE.UU. Estas reacciones han generado tensiones diplomáticas, con el gobierno de Trump habiendo impuesto previamente aranceles del 50% a las exportaciones brasileñas y sancionado a jueces del tribunal supremo.
Este veredicto se produce tras una investigación de dos años que surgió después de la derrota de Bolsonaro en octubre de 2022 y los posteriores disturbios del 8 de enero de 2023, cuando sus partidarios asaltaron edificios gubernamentales en Brasilia. La sentencia, que podría ser apelada ante el pleno del Tribunal Supremo, no implica un ingreso inmediato a prisión, ya que Bolsonaro se encuentra actualmente bajo arresto domiciliario y el proceso de apelación puede extenderse.
Expertos en derecho y relaciones internacionales señalan que la fortaleza de las instituciones judiciales brasileñas, como el Tribunal Supremo y el Tribunal Electoral Superior, ha sido fundamental para llevar adelante este proceso. A pesar de la profunda polarización política que vive el país, la capacidad de estas instituciones para actuar con independencia frente a presiones internas y externas es vista como un testimonio de la resiliencia democrática de Brasil.
Este caso se considera un hito, ya que Brasil, con una historia de varios golpes de Estado desde 1889, juzga por primera vez a un líder por intentar socavar su democracia, demostrando un avance significativo en la rendición de cuentas y el fortalecimiento del estado de derecho.