Arabia Saudita y Pakistán han formalizado y profundizado su relación de seguridad de décadas con la firma de un acuerdo de cooperación en defensa el 17 de septiembre de 2025. Este pacto establece que cualquier agresión contra una de las naciones será considerada como una agresión contra ambas, fortaleciendo así un compromiso mutuo de defensa y colaboración estratégica. La alianza se basa en una extensa historia de cooperación militar que se remonta a la década de 1960, cuando Pakistán comenzó a brindar apoyo de entrenamiento y asesoramiento a la Fuerza Aérea Real Saudí.
La cooperación se formalizó en 1967 y se intensificó en las décadas de 1970 y 1980 con intercambios a gran escala de personal militar y experiencia. En 1982, se estableció la Organización de Fuerzas Armadas Saudí-Pakistaníes, que llegó a desplegar hasta 20,000 efectivos pakistaníes en el reino. El nuevo acuerdo busca potenciar la producción conjunta en materia de defensa y abordar actos de agresión, con el Ministro de Defensa de Pakistán, Khawaja Asif, afirmando que las capacidades nucleares de Pakistán estarían "absolutamente" al alcance del pacto.
Este acuerdo se produce en un contexto de crecientes tensiones regionales y una percepción de incertidumbre sobre las garantías de seguridad tradicionales, llevando a los estados del Golfo a diversificar sus alianzas. Analistas consideran que el pacto representa un cambio estratégico significativo, señalando la voluntad de Arabia Saudita de anclar su disuasión a través de alianzas alternativas y enviando un mensaje a Irán e Israel. La inclusión de las capacidades nucleares pakistaníes añade una dimensión disuasoria considerable.
Para la India, el pacto presenta desafíos, ya que podría envalentonar a Pakistán y complicar la libertad de acción de Nueva Delhi en materia de represalias contra el terrorismo. La India ha respondido cautelosamente, indicando que analizará las implicaciones para su seguridad nacional y la estabilidad regional. El acuerdo se alinea con la Visión 2030 de Arabia Saudita, que busca impulsar la capacidad industrial nacional, incluida la defensa, y representa un impulso estratégico y económico para Pakistán, asegurando inversiones saudíes vitales y reforzando su posición como proveedor de seguridad panislámica.