Rusia continúa con una escalada de ataques aéreos masivos en Ucrania, dirigiendo drones y misiles contra infraestructura civil y energética, particularmente en las regiones occidental y central del país. A principios de septiembre de 2025, se estima que Rusia ha desplegado más de 500 drones y misiles, resultando en lamentables pérdidas humanas, con aproximadamente cinco personas fallecidas.
Estos actos bélicos se desarrollan en un contexto internacional significativo, coincidiendo con la visita del presidente ruso Vladímir Putin a Beijing. Durante su estancia, el presidente chino Xi Jinping enfatizó la importancia de priorizar la paz sobre el conflicto.
En respuesta a la agresión rusa, el presidente ucraniano Volodímir Zelenski, tras visitar Dinamarca y con planes de visitar París, está liderando una ofensiva diplomática. Sus esfuerzos se centran en dialogar con líderes de Europa del Norte, los países bálticos y Francia para asegurar un mayor apoyo militar y fortalecer las capacidades defensivas de Ucrania.
Zelenski también ha informado sobre un incremento en la presencia de tropas rusas a lo largo del frente y la persistencia de ataques contra ciudades ucranianas. Se han registrado alrededor de 150 incursiones de drones en una sola noche, complementadas por más de 50 ataques aéreos adicionales.
El mandatario ucraniano ha vinculado esta intensificación de las hostilidades con eventos internacionales clave, como la mencionada visita de Putin a China, donde también se reunió con el líder norcoreano Kim Jong Un. Ante esta situación, la OTAN y sus aliados están considerando endurecer las restricciones a la exportación. Sin embargo, reconocen la limitada efectividad de las sanciones contra terceros países para disuadir las acciones de Rusia.
A pesar de que China prohíbe oficialmente el suministro de asistencia militar a Rusia, se ha observado que continúa exportando tecnologías de doble uso que, en última instancia, benefician a la maquinaria militar rusa. La cooperación militar entre Rusia y China se ha fortalecido, con un aumento notable en el comercio de componentes sensibles para la industria de defensa, incluyendo microchips para sistemas de armas y piezas para tanques, lo que subraya la complejidad de las relaciones internacionales y la necesidad de intensificar los esfuerzos diplomáticos para salvaguardar la paz y la estabilidad regional.