El Primer Vicepresidente de Sudán del Sur, Riek Machar, ha sido formalmente acusado de traición, asesinato y crímenes contra la humanidad. Estas graves acusaciones se relacionan con los ataques perpetrados en marzo por una milicia conocida como el "Ejército Blanco" en la ciudad de Nasir, al noreste del país.
Según el Ministro de Justicia, Joseph Geng Akech, los ataques, que resultaron en la muerte de más de 250 soldados, incluido un general, fueron influenciados por Machar y otros a través de "estructuras militares y políticas coordinadas". Durante una operación de rescate posterior, un helicóptero de la ONU fue atacado, causando la muerte de un piloto. Machar, quien se encuentra bajo arresto domiciliario desde marzo, enfrenta estos cargos junto con otras 20 personas, siete de las cuales son altos funcionarios del gobierno. El Ministro de Justicia afirmó que estos cargos envían un mensaje claro de que "quienes cometen atrocidades serán responsabilizados, independientemente de su posición o influencia política".
La situación ha generado preocupación por la estabilidad de Sudán del Sur, un país marcado por ciclos de conflicto y divisiones políticas y étnicas. El "Ejército Blanco", una milicia de jóvenes de la comunidad Nuer, tiene un historial de participación en conflictos violentos desde la década de 1990. Las Naciones Unidas han expresado alarma ante la escalada de la violencia, calificándola como una "regresión alarmante". La comunidad internacional insta a la moderación y al diálogo para evitar un mayor deterioro.
La acusación contra Machar, rival del Presidente Salva Kiir, exacerba las tensiones existentes. El acuerdo de paz de 2018, que buscaba finalizar años de guerra civil, ha enfrentado desafíos en su implementación, y estos desarrollos plantean serias dudas sobre el futuro de la paz en Sudán del Sur. La comunidad internacional sigue de cerca estos acontecimientos, subrayando la necesidad de rendición de cuentas y el respeto por el estado de derecho.