El escenario geopolítico en el Caribe se ha recrudecido tras la confirmación de una nueva intervención militar por parte de Estados Unidos. El 14 de octubre de 2025, el presidente Donald Trump anunció en redes sociales que se ejecutó el quinto ataque cinético contra una embarcación que, según su administración, se dedicaba al tráfico de narcóticos cerca de las costas venezolanas. Este incidente resultó en la muerte de seis individuos señalados como narcoterroristas a bordo, sin que se reportaran bajas en las fuerzas estadounidenses.
La justificación oficial, emitida por el mandatario, sostiene que la nave destruida estaba vinculada a redes ilícitas y transitaba por una ruta conocida de una Organización Terrorista Designada (OTD). Este suceso se suma a una escalada que, según reportes de la administración, ya ha dejado un total de 27 víctimas en operaciones previas en la región. El ataque fue ejecutado por el Comando Sur de EE. UU. (USSOUTHCOM), y se enmarca en la política de tolerancia cero de Washington contra los cárteles, a los que acusan de operar bajo el amparo de regímenes autoritarios.
Analistas han calificado este despliegue militar, que incluye una significativa presencia naval en el área de responsabilidad del Comando Sur, como un precedente peligroso para la estabilidad regional. La narrativa de Washington sugiere que la neutralización marítima forzará a los grupos a trasladar sus operaciones a tierra firme, proyectando una fase subsiguiente de la operación.
Desde Caracas, la respuesta ha sido de firme rechazo. El gobierno venezolano, liderado por Nicolás Maduro, interpreta estas incursiones como una maniobra para forzar un cambio de gobierno, no como una cruzada antidrogas. Esta tensión se agudizó tras el antecedente de septiembre de 2025, cuando EE. UU. suspendió los contactos diplomáticos con el gobierno de Maduro. En respuesta directa a la presión militar estadounidense, el régimen venezolano ordenó ejercicios militares en ocho estados como parte de su estrategia para mantener la disposición de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) y la población ante lo que denominan amenazas externas.
A pesar de la justificación de EE. UU. centrada en detener el flujo de narcóticos, organismos internacionales como la ONU han instado a la desescalada, señalando que la evidencia presentada para sustentar los ataques ha sido insuficiente. Adicionalmente, datos de la Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito (UNODC) indican que la principal ruta de la cocaína sudamericana hacia EE. UU. es el Pacífico, con solo un 5% saliendo por Venezuela, lo que complejiza la narrativa oficial sobre la amenaza principal que emana de ese país.