Miles de ciudadanos eslovacos se han manifestado en 16 ciudades del país, incluyendo la capital, Bratislava, y Košice, para expresar su descontento con las políticas del Primer Ministro Robert Fico y su percibida inclinación hacia Rusia.
Las protestas se intensificaron tras la reciente visita de Fico a China, donde se reunió con el presidente ruso Vladímir Putin. La decisión de Fico de detener la ayuda militar a Ucrania y su oposición a las sanciones de la UE contra Rusia han sido puntos clave de crítica. Los manifestantes abogan por un giro en la política exterior, con lemas como "Eslovaquia es Europa", buscando un mayor acercamiento a Occidente.
El partido liberal Progresista Eslovaquia (PS), liderado por Michal Šimečka, ha estado a la vanguardia de la organización de estas manifestaciones, uniendo fuerzas con otros partidos de la oposición. Las preocupaciones económicas son un motor fundamental de este descontento, especialmente tras la introducción de un paquete de medidas de austeridad por parte del gobierno, que incluye aumentos de impuestos y seguros, en un contexto de déficit presupuestario del 5.3% del PIB en 2024, el segundo más alto de la Eurozona.
La situación económica de Eslovaquia presenta un panorama complejo, con un crecimiento del 2.1% en 2024 impulsado por el consumo interno, pero con un déficit fiscal persistente. Las medidas de austeridad, aunque necesarias para abordar el déficit, han generado una reacción negativa en la población. Las protestas también han puesto de relieve comparaciones con la trayectoria política de Hungría bajo el Primer Ministro Viktor Orbán.
La participación ciudadana en estas protestas subraya un profundo deseo de cambio y una demanda de mayor transparencia y responsabilidad gubernamental. La convergencia de preocupaciones económicas y políticas, junto con una clara postura en política exterior, configura un escenario de creciente escrutinio público sobre la dirección que está tomando Eslovaquia bajo el liderazgo de Robert Fico.