La Guerra Civil en Sudán se Intensifica con un Aumento de Muertes Civiles y Violencia Étnica, la ONU Destaca una Crisis Olvidada

Editado por: Татьяна Гуринович

La guerra civil en Sudán, que ya ha entrado en su tercer año desde su inicio en abril de 2023, continúa devastando a su población civil, convirtiéndose en una de las crisis humanitarias más graves del mundo. Las cifras recientes revelan una escalada alarmante de la violencia y el sufrimiento humano.

Según un informe de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH), entre enero y junio de 2025 se documentó la muerte de al menos 3.384 civiles. Esta cifra representa casi el 80% del total de muertes civiles registradas durante todo el año 2024, lo que subraya una tendencia preocupante de intensificación del conflicto. El jefe de derechos humanos de la ONU, Volker Türk, ha calificado la situación como una "crisis olvidada", instando a una mayor atención internacional ante "una situación desastrosa donde se están cometiendo crímenes atroces, incluidos crímenes de guerra".

La violencia étnica ha experimentado un aumento significativo, manifestándose en ataques indiscriminados y acciones de represalia contra individuos acusados de "colaboración" con bandos opuestos. Esta creciente etnicización del conflicto, arraigada en desigualdades y discriminación históricas, representa un grave riesgo para la estabilidad a largo plazo y la cohesión social del país. Una nueva y alarmante dimensión de la guerra es el uso de drones en ataques dirigidos a sitios civiles, afectando incluso a regiones del norte y este de Sudán que hasta ahora habían permanecido relativamente al margen del conflicto.

La crisis humanitaria se agrava con la prevalencia de la hambruna en varias partes de Darfur y el sur de Sudán. Se estima que 24,6 millones de personas, aproximadamente la mitad de la población, enfrentan inseguridad alimentaria aguda, con 638.000 personas en niveles de hambre catastrófica, una cifra sin precedentes a nivel mundial. La destrucción de tierras agrícolas, la interrupción de rutas de suministro y la escasez de recursos esenciales exacerban el sufrimiento de una población desplazada que lucha por la supervivencia.

Los esfuerzos diplomáticos internacionales para lograr un alto el fuego, liderados por Estados Unidos, Arabia Saudita, Egipto y los Emiratos Árabes Unidos, no han dado frutos hasta la fecha. La complejidad geopolítica se vio acentuada en noviembre de 2024, cuando Rusia vetó una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que pedía un cese al fuego inmediato y acceso humanitario sin restricciones, argumentando la necesidad de preservar la soberanía sudanesa. Las implicaciones del conflicto trascienden las fronteras de Sudán; en marzo de 2025, las RSF atacaron a un grupo rebelde opositor en Sudán del Sur, aumentando el riesgo de desestabilización regional y la posibilidad de una guerra civil más amplia.

Un incidente reciente, donde un ataque con dron de las RSF contra una mezquita en un campamento de desplazados en Darfur provocó la muerte de 75 personas, ilustra la brutalidad del conflicto. El 70% de las bajas civiles ocurrieron durante las hostilidades activas, utilizando artillería, ataques aéreos y drones en áreas densamente pobladas, lo que demuestra el impacto directo de la guerra en la vida cotidiana de las personas. La comunidad internacional continúa haciendo un llamado para el fin de la violencia y la implementación de medidas que protejan a los civiles, reconociendo que la falta de acción concertada perpetúa un ciclo de sufrimiento y desolación.

Fuentes

  • Al Jazeera Online

  • Institute for the Study of War

  • Next Century Foundation

  • Security Council Report

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