Ghana se ha convertido en un centro clave para los esfuerzos de inmigración de Estados Unidos, aceptando a ciudadanos de África Occidental deportados de EE. UU. El presidente John Dramani Mahama confirmó la llegada de 14 individuos, en su mayoría nigerianos y un gambiano, a Ghana, quienes recibieron asistencia para regresar a sus países de origen. Esta medida se alinea con la política de inmigración de Estados Unidos, que incluye la expulsión a terceros países.
La decisión de Ghana de facilitar estos retornos se basa en los protocolos regionales de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (ECOWAS), que permiten la libre circulación de personas y la exención de visados entre los países miembros. El presidente Mahama destacó que, dado que los ciudadanos de África Occidental no requieren visado para entrar en Ghana, el país está bien posicionado para actuar como centro de tránsito regional. "Fuimos contactados por EE. UU. para aceptar nacionales de terceros países que estaban siendo retirados de EE. UU., y acordamos que los nacionales de África Occidental eran aceptables porque todos nuestros compatriotas de África Occidental no necesitan visado para venir a nuestro país", afirmó Mahama.
Esta iniciativa forma parte de una estrategia más amplia de la administración del presidente Donald Trump para intensificar las deportaciones y ampliar las expulsiones a "terceros países". Ghana se une así a otras naciones africanas como Ruanda, Sudán del Sur y Esuatini, que han llegado a acuerdos similares con Estados Unidos. Ruanda, por ejemplo, se ha comprometido a aceptar hasta 250 migrantes deportados de EE. UU. en un período determinado. En julio de 2025, EE. UU. deportó a cinco personas a Esuatini y a ocho a Sudán del Sur, lo que subraya un patrón de cooperación en materia de deportaciones.
La participación de Ghana en estos acuerdos se produce en un momento de relaciones diplomáticas complejas con Estados Unidos, que incluyen el aumento de los aranceles a las exportaciones ghanesas y restricciones de visado para los ciudadanos ghaneses. A pesar de estas tensiones, el presidente Mahama ha mantenido que las relaciones entre Ghana y Estados Unidos siguen siendo "positivas", aunque reconoció un cambio en la dinámica. "Nuestros lazos con Washington se están fortaleciendo", señaló.
Si bien la cooperación de Ghana puede facilitar los esfuerzos de aplicación de la ley en EE. UU., los grupos de derechos humanos han expresado su preocupación por las condiciones a menudo inciertas o peligrosas que enfrentan los deportados en los países de tránsito. Las preocupaciones sobre las salvaguardias legales y las implicaciones éticas de estas expulsiones a terceros países persisten. Ghana no ha establecido un límite en cuanto al número de llegadas futuras bajo este acuerdo, lo que sugiere una posible ampliación de su papel como centro de tránsito regional para las deportaciones de EE. UU.
El gobierno ghanés ha expresado su compromiso de garantizar que las deportaciones se lleven a cabo de manera humana y de acuerdo con los protocolos internacionales, al tiempo que se centra en la reintegración de sus ciudadanos que regresan. Esta situación pone de relieve las cambiantes políticas de inmigración a nivel mundial y la creciente tendencia de las deportaciones a terceros países por parte de Estados Unidos, demostrando cómo los países navegan por estas políticas y la cooperación internacional que implican, al tiempo que subraya la importancia de las políticas migratorias regionales y la gestión de la migración para el desarrollo económico y la integración.