El proyecto Fruitprint está desarrollando métodos pioneros para prolongar sustancialmente la frescura de frutas y verduras mediante la aplicación de moléculas bioactivas de origen natural. Esta iniciativa busca transformar la cadena de suministro agroalimentaria global, con el objetivo de reducir el desperdicio de alimentos y disminuir la huella de carbono asociada al sector. La estrategia se centra en aprovechar compuestos intrínsecos a la naturaleza para lograr un flujo más sostenible entre la producción y el consumo.
Los investigadores se enfocan en sustancias como los carotenoides y apocarotenoides. Estas moléculas son reconocidas por sus potentes capacidades antioxidantes, las cuales permiten modular y ralentizar de forma controlada los procesos naturales de maduración. Al utilizar elementos presentes en la propia materia prima, el proyecto ofrece una alternativa más ecológica frente a las prácticas convencionales de conservación. Actualmente, la industria emplea técnicas como el almacenamiento en atmósfera controlada o el uso de inhibidores químicos, siendo el 1-metilciclopropeno (1-MCP) uno de los más habituales. No obstante, estos métodos a menudo presentan el riesgo de afectar negativamente la calidad organoléptica del producto final, impactando su sabor y textura.
La investigación de Fruitprint se posiciona como un motor para un cambio de paradigma, priorizando la calidad intrínseca del alimento sobre la intervención externa. La importancia de este desarrollo se acentúa al considerar la magnitud del desperdicio alimentario mundial, donde se estima que cerca de un tercio de los alimentos producidos se pierde o desperdicia anualmente. La implementación exitosa de estas moléculas naturales podría generar ahorros considerables para los consumidores y aliviar la presión sobre los sistemas de producción.
Además del beneficio logístico, el enfoque en compuestos naturales como los carotenoides podría mejorar el valor nutricional percibido del alimento. Se ha documentado que frutas y verduras ricas en carotenoides, como el licopeno y el betacaroteno, se asocian con beneficios para la salud humana, incluyendo propiedades protectoras. Por lo tanto, este avance no solo concierne a la logística, sino que también representa una oportunidad para elevar la calidad nutricional que llega a la mesa, permitiendo a los consumidores acceder a productos en su punto óptimo de madurez durante un periodo más extenso.