Nutrientes Clave que Modulan el Estado de Ánimo y la Salud Cognitiva: Un Vistazo al Impacto Dietético

Editado por: Olga Samsonova

Cada vez más investigaciones científicas confirman una correlación directa entre lo que comemos y nuestro bienestar mental, poniendo el foco en el papel esencial de ciertos nutrientes en la síntesis de neurotransmisores fundamentales. La conexión bidireccional entre el intestino y el cerebro, conocida como el eje intestino-cerebro, subraya una realidad fascinante: la microbiota intestinal tiene la capacidad de producir compuestos como la serotonina y la dopamina, que son cruciales para la regulación emocional. De hecho, una microbiota diversa, nutrida por una dieta variada, se considera un pilar para la resiliencia del organismo frente al estrés.

Los productos lácteos ejercen un efecto complejo sobre la comunidad microbiana intestinal. Un estudio conducido por científicos estadounidenses, que analizó muestras de la mucosa del colon de 34 voluntarios, reveló que la leche resultó ser el lácteo más beneficioso para el microbioma. Específicamente, incrementó la población de bacterias productoras de butirato, como *Faecalibacterium*, y de *Akkermansia*, la cual fortalece la barrera intestinal. Curiosamente, el queso mostró un efecto opuesto, disminuyendo los niveles de bacterias beneficiosas como *Bacteroides* y *Subdoligranulum*. Por otro lado, el yogur, a pesar de su reputación probiótica, apenas modificó la composición de la flora en esa investigación particular, aunque otros datos sugieren que los lácteos fermentados sí aumentan las poblaciones de lactobacilos y bifidobacterias, ayudando a controlar la inflamación.

Las frutas y verduras aportan una contribución significativa al equilibrio neuroquímico. Los plátanos son una fuente excelente de vitamina B6, un cofactor indispensable para la producción de serotonina y dopamina; una deficiencia de esta vitamina puede predisponer al desarrollo de estados depresivos. Esta vitamina B6 interviene en más de cien reacciones bioquímicas distintas. Las fresas y los cítricos, ricos en vitamina C, actúan protegiendo las endorfinas asociadas con las sensaciones de bienestar. La sinergia de las vitaminas C, B6, B9 y B12, junto con el zinc y el magnesio, favorece el aumento de los niveles de serotonina. La cereza, por su parte, ofrece propiedades antiinflamatorias, un aspecto vital dado que la inflamación cerebral puede ser un factor subyacente en la depresión. La piña, gracias a la bromelina, también promueve la síntesis de serotonina, induciendo una sensación de calma. Finalmente, las espinacas son ricas en ácido fólico (vitamina B9), cuya ingesta se correlaciona positivamente con niveles más altos de serotonina.

Las grasas cumplen funciones estructurales y reguladoras esenciales en el cerebro, que está compuesto mayoritariamente por lípidos, incluyendo las grasas omega-3. Los ácidos grasos omega-3, como el EPA y el DHA, son poliinsaturados esenciales que deben obtenerse mediante la dieta. Estos ácidos exhiben potentes efectos antiinflamatorios, modulando las cascadas inflamatorias cerebrales, lo que puede mitigar los síntomas de la ansiedad y la depresión. Pescados grasos como la caballa y el salmón son fuentes inagotables de EPA y DHA. Los frutos secos, además de aportar omega-3, suministran magnesio, un mineral clave para estabilizar el estado de ánimo. Es importante señalar que la carencia de DHA se ha vinculado con un mayor riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer.

Los carbohidratos complejos, presentes en alimentos como la avena, garantizan una liberación energética gradual, evitando los picos y caídas bruscas de glucosa en sangre que a menudo desencadenan cambios bruscos de humor. En contraste, los alimentos altamente procesados, incluyendo dulces industriales y bollería, provocan fluctuaciones glucémicas rápidas, lo que se traduce en irritabilidad. El alcohol, al ser un depresor del sistema nervioso, reduce la serotonina y exacerba la ansiedad. Las bebidas energéticas, por su parte, suelen provocar un bajón anímico posterior. Los productos refinados, desprovistos de fibra, pueden contribuir a la fatiga emocional. Por lo tanto, optar conscientemente por alimentos integrales y mantener una pauta alimentaria regular son la piedra angular para sostener una salud mental estable.

Fuentes

  • Deia

  • La Vanguardia

  • Infobae

  • Blog SaludOnNet

  • Infolosandes

  • Onda Vasca

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