El artículo de lencería que ha generado mayor debate y controversia en los últimos tiempos es, sin duda, la línea de bragas femeninas que incorporan cabello artificial, lanzada por Skims, la marca propiedad de la empresaria y figura mediática Kim Kardashian. Esta nueva y audaz colección, denominada Hair Panty, desafía las normas establecidas de la moda íntima. Las prendas centrales de la línea son micro tangas confeccionadas en una malla elástica transparente, un material ligero que contrasta fuertemente con su adorno principal: cabello sintético cuidadosamente cosido.
Este cabello artificial está diseñado meticulosamente para replicar la apariencia de la vegetación natural en la zona íntima, una decisión de diseño que inmediatamente capturó la atención global. La propuesta de Skims es sumamente variada en términos de estética y personalización. La línea provocadora se encuentra disponible en una extensa paleta de 12 colores distintos, permitiendo a las usuarias elegir tonos que van desde el rubio más claro (blond) hasta un intenso espresso. Además de la variedad cromática, la colección ofrece diversas texturas de mechones, incluyendo opciones de cabello liso, ondulado y rizado. Esta diversidad permite a las consumidoras no solo elegir el color, sino también la textura que mejor se adapte a su gusto o a la declaración de moda que deseen hacer. A pesar de su naturaleza llamativa y el revuelo mediático, cada par de estas singulares prendas tiene un precio sorprendentemente accesible, fijado en 32 dólares.
El lanzamiento de Hair Panty fue acompañado por una campaña de marketing tan ingeniosa como el producto mismo. Se presentó un anuncio en video que emulaba el estilo de los concursos de preguntas y respuestas estadounidenses populares en la década de 1970. En el clip promocional, un presentador vestido con un llamativo traje brillante interroga a los participantes con una pregunta capciosa: ¿coincide el color de su “ropa interior” con el color de su cabello? La frase central que Skims utilizó para promocionar la colección en su sitio web oficial, y que se difundió rápidamente en redes sociales, fue: «Con nuestras atrevidas bragas de pelo sintético Faux Hair Panty, su 'alfombra' puede ser del color que desee». Esta declaración, cargada de doble sentido y ambigüedad, se convirtió en el eje principal de toda la estrategia de mercadeo, garantizando que el producto se mantuviera en la conversación pública.
Como era de esperar dada la naturaleza transgresora del producto, la respuesta del público ante esta innovación fue notablemente polarizada y diversa. Mientras que un sector de la audiencia interpretó el proyecto como un “manifiesto de humor en la era del positivismo corporal” (body positivity), celebrando la burla a las convenciones de belleza, otros lo catalogaron con desdén como un acto de “trolleo que ninguna marca de lujo se atrevió a realizar”, criticando su frivolidad. Sin embargo, más allá de la crítica o la alabanza, el principal logro del equipo de Skims reside en haber conseguido reexaminar y expandir los límites convencionales de la moda íntima, forzando una conversación sobre lo que se considera aceptable o deseable en la lencería moderna.
Adicionalmente, analistas de tendencias han planteado la hipótesis de que Kim Kardashian, a través de esta peculiar colección, busca dirigir la atención hacia una tendencia emergente en el campo de la cosmetología y la estética corporal. Esta tendencia implica el resurgimiento del interés por el vello púbico natural, e incluso el trasplante de cabello en la zona íntima. Este procedimiento está dirigido a aquellas personas que, en el pasado, optaron por eliminar el vello no deseado de forma permanente mediante procedimientos láser. Se especula que las generaciones más jóvenes están mostrando un renovado interés por mantener o recuperar una línea de bikini de apariencia más natural. En este contexto, la prenda de Skims actúa como un comentario irónico y una declaración de moda sobre este cambio cultural que favorece la naturalidad o, al menos, la capacidad de elección estética total.