Durante un desfile militar en Beijing, una conversación captada por micrófonos abiertos reveló un intercambio entre el presidente ruso Vladimir Putin y el presidente chino Xi Jinping, centrado en los avances de la biotecnología y la extensión de la vida humana. El diálogo, presenciado también por el líder norcoreano Kim Jong Un, abordó la posibilidad de alcanzar la inmortalidad y extender la vida hasta los 150 años.
Putin sugirió que los continuos progresos en biotecnología podrían permitir trasplantes de órganos constantes, llevando a una vida más joven y, potencialmente, a la inmortalidad. Xi Jinping compartió la predicción de que la humanidad podría vivir hasta los 150 años en el presente siglo. Ambos líderes, de 72 años, mostraron interés en la ciencia de la longevidad, un tema que ha sido objeto de especulación en torno a su propia salud y planes de sucesión.
Estas reflexiones surgen en un contexto de creciente preocupación internacional, incluyendo la de expertos de la ONU, sobre informes de extracciones forzadas de órganos en China, dirigidas particularmente a minorías étnicas y religiosas. Estos informes detallan exámenes médicos y extracciones sin consentimiento informado, generando alarma sobre la ética en la obtención de órganos para trasplantes.
En respuesta a estas acusaciones y preocupaciones sobre derechos humanos, el Congreso de Estados Unidos ha avanzado legislación significativa. La propuesta "Block Organ Transplant Purchases from China Act" (BLOCK Act) busca prohibir el reembolso federal para trasplantes de órganos cuyo origen no pueda ser verificado. Adicionalmente, la "Stop Forced Organ Harvesting Act" tiene como objetivo sancionar a individuos involucrados en el tráfico de órganos y fomentar la investigación global sobre estas prácticas.
Estas iniciativas legislativas reflejan un esfuerzo por establecer mayor transparencia y rendición de cuentas en el ámbito de los trasplantes de órganos, abordando las inquietudes éticas y humanitarias que emanan de las prácticas reportadas. La conversación entre los mandatarios ruso y chino, si bien proyecta una visión de futuro ambiciosa en la ciencia de la longevidad, también pone de relieve las complejas implicaciones éticas inherentes a la manipulación de la vida y la necesidad de un escrutinio internacional continuo y un compromiso firme con los principios éticos y los derechos humanos.