Investigadores han encontrado evidencia que sugiere que el Sol, al igual que la Tierra, puede poseer vórtices polares en espiral. A diferencia de los observados en otros planetas de nuestro sistema solar, estos vórtices solares son generados por campos magnéticos fuertes.
Los hallazgos, publicados el 11 de noviembre en los Actas de la Academia Nacional de Ciencias, mejoran la comprensión del comportamiento magnético del Sol y refinan las predicciones relacionadas con los ciclos solares y el clima espacial.
Los vórtices polares se definen como columnas de aire en rotación, bien documentadas en la Tierra y otros cuerpos celestes. En la Tierra, influyen en los patrones climáticos al atrapar aire frío cerca de los polos, permitiendo que este avance hacia latitudes más bajas solo cuando los vórtices se debilitan.
Mausumi Dikpati, la autora principal del estudio y física atmosférica en el Centro Nacional de Investigación Atmosférica de EE. UU., señala que este fenómeno ha sido observado en Júpiter, donde la misión Juno de la NASA capturó imágenes de ocho vórtices polares estrechamente agrupados en el polo norte y cinco en el polo sur. La sonda Cassini también reveló un vórtice hexagonal en el polo norte de Saturno.
Dikpati afirma: “Si bien los vórtices polares son comunes en los cuerpos celestes, el Sol presenta un entorno único de plasma y fuertes campos magnéticos que lo distingue.”
A pesar de este descubrimiento revolucionario, aún no se ha observado directamente los polos del Sol. La investigación actual se basa en simulaciones informáticas complejas para entender las posibles actividades en estas enigmáticas regiones.
El equipo de investigación utilizó simulaciones para revelar un posible patrón de vórtices polares solares, proporcionando información crítica sobre cómo el campo magnético del Sol influye en su estructura. “Nadie puede afirmar con certeza lo que sucede en los polos del Sol, pero esta nueva investigación nos brinda una visión emocionante de lo que podríamos encontrar”, comentó Dikpati.
En las simulaciones, se forma un anillo de vórtices polares alrededor de 55 grados de latitud, aproximadamente equivalente al Círculo Ártico en la Tierra, a medida que el Sol se acerca a su máxima actividad solar, un punto en el ciclo solar donde sus polos magnéticos cambian.
Durante este “flujo hacia los polos”, los campos magnéticos de polaridad opuesta se mueven hacia los polos del Sol, interactuando con el anillo de vórtices y reconfigurándolo. En el pico del ciclo solar, este anillo se estrecha, dejando unos pocos vórtices cerca de los polos, que luego desaparecen y reaparecen en el ciclo siguiente.
Dikpati cree que este descubrimiento ofrece nuevas perspectivas que podrían ayudar a determinar el momento óptimo para futuras misiones solares. Señala que los vórtices polares solo son visibles en ciertas etapas del ciclo solar, lo que hace que el momento de las observaciones sea crucial.
Esta investigación representa un avance significativo en los estudios solares y allana el camino para comprender preguntas fundamentales sobre la magnetismo solar y sus ciclos.
A través de misiones como la sonda Solar Orbiter, un proyecto conjunto entre la NASA y la Agencia Espacial Europea, los científicos esperan monitorear los polos solares y validar modelos que predicen vórtices polares.
Estas misiones podrían ofrecer la oportunidad de confirmar la existencia de vórtices polares y vincular la actividad magnética solar a fenómenos más amplios, como el clima espacial que podría afectar a la Tierra, según un comunicado de prensa del Centro Nacional de Investigación Atmosférica de EE. UU.
Los resultados subrayan la necesidad de observaciones multipunto del Sol, lo que permite a los científicos probar sus hipótesis y afinar sus predicciones sobre el comportamiento solar.