Un excepcional tesoro de casi 1.400 años de antigüedad, compuesto por 97 monedas de oro y elaboradas joyas, ha sido descubierto en las laderas de los Altos del Golán, cerca de la antigua ciudad de Hipos (Susita) en Israel. El operador de detector de metales Eddie Lipsman descubrió accidentalmente el tesoro. El hallazgo, que se cree fue enterrado apresuradamente durante las invasiones del Imperio Sasánida en 614 d.C., representa uno de los mayores hallazgos de oro de la era bizantina en la región. Arqueólogos de la Universidad de Haifa, liderados por el Dr. Michael Eisenberg, han catalogado el tesoro, destacando su singularidad al combinar monedas de oro con piezas de joyería.
Las monedas encontradas abarcan desde el reinado del emperador Justiniano I (518-527 d.C.) hasta los inicios del reinado de Heraclio (610-613 d.C.). Entre ellas se destaca un raro tremissis acuñado en Chipre en el año 610 d.C. durante una rebelión contra el emperador Focas, una pieza de hallazgo extremadamente infrecuente en Israel. Es solo la segunda moneda de este tipo encontrada en Israel. Las joyas, que incluyen pendientes adornados con perlas y piedras semipreciosas, sugieren que el propietario poseía una considerable riqueza. La presencia de restos de tela en algunas monedas indica que fueron envueltas cuidadosamente antes de ser ocultadas, un testimonio tangible de la urgencia y el temor de la época.
La antigua ciudad de Hipos se encontraba en una zona de gran agitación histórica. Durante el siglo VII, la región fue escenario de múltiples invasiones. En 614 d.C., el Imperio Sasánida invadió Palestina bizantina, provocando que los residentes escondieran sus bienes más preciados. Posteriormente, en 636 d.C., los ejércitos musulmanes avanzaron por el área, contribuyendo al eventual declive de Hipos. El Dr. Danny Syon, numismático encargado de la excavación, calificó el hallazgo como una pieza clave para comprender la historia política y económica del período bizantino.
La acumulación de tesoros de emergencia, tanto en oro como en bronce, fue común durante la primera mitad del siglo VII, reflejando el profundo temor de la población ante las invasiones. Este descubrimiento no solo enriquece nuestro conocimiento sobre la vida cotidiana y las circunstancias económicas de la época, sino que también ofrece una perspectiva sobre la resiliencia y la adaptabilidad de las comunidades frente a la adversidad. La historia de la joyería bizantina, conocida por su intrincado diseño y su uso como expresión de estatus y diplomacia, se ve ahora enriquecida con este hallazgo tangible.