Un equipo de arqueólogos en la República Checa ha descubierto un conjunto de 29 herramientas de piedra, que pertenecieron a un cazador de la Edad de Piedra hace aproximadamente 30,000 años. El hallazgo, publicado en el Journal of Paleolithic Archaeology, ofrece una visión detallada de las estrategias de supervivencia y la destreza tecnológica de los cazadores-recolectores del período Gravetiense.
Las herramientas, encontradas en el sitio Milovice IV y datadas entre 29,550 y 30,250 años de antigüedad, incluyen hojas y puntas que muestran signos de uso intensivo. El análisis revela que la mayoría de las hojas fueron utilizadas para trabajar pieles y madera, mientras que algunas puntas presentan fracturas por impacto, indicando su uso en actividades de caza. La presencia de pulido en varias piezas sugiere que fueron ensambladas en mangos de madera, demostrando una notable habilidad artesanal.
Un aspecto fascinante del descubrimiento es el origen de los materiales utilizados. Las herramientas de sílex provienen de depósitos glaciares situados a unos 130 kilómetros al norte del sitio, y otros materiales, proceden de Eslovaquia occidental, a unos 100 kilómetros al sureste. Esta diversidad de orígenes subraya la movilidad de estos antiguos pobladores o la existencia de redes de intercambio que abarcaban vastas distancias en la Europa de la Edad de Hielo.
Además, la evidencia de que muchas herramientas fueron recicladas de piezas más antiguas o reutilizadas, y que incluso los fragmentos rotos se conservaban, revela una profunda comprensión de la gestión de recursos. Esta práctica, posiblemente impulsada por la escasez de materiales adecuados, habla de una mentalidad previsora y un profundo respeto por su equipo, fundamental para su resiliencia en un entorno desafiante. La cultura Gravetiense, que floreció en Europa aproximadamente entre 33,000 y 22,000 años atrás, se caracterizó por su adaptabilidad a las gélidas condiciones de la Era Glacial, su movilidad y su sofisticada cultura material.
Este kit personal, más allá de su valor arqueológico, conecta directamente con la ingeniosidad, la planificación y la profunda relación que estos ancestros mantenían con su entorno, demostrando una capacidad de adaptación y una visión del mundo que trasciende el tiempo.