El planeta TRAPPIST-1e, ubicado a 40 años luz de la Tierra, se encuentra en el centro de la atención en la búsqueda de vida más allá de nuestro sistema solar. Observaciones recientes del Telescopio Espacial James Webb (JWST) sugieren la intrigante posibilidad de que este mundo, de tamaño similar a la Tierra, posea una atmósfera sustancial. La presencia de una atmósfera es un componente crucial para la existencia de agua líquida en su superficie y, por lo tanto, para su habitabilidad.
El equipo científico utilizó el instrumento NIRSpec del JWST para analizar la luz de la estrella TRAPPIST-1 mientras esta atravesaba la atmósfera del planeta. Los datos preliminares, publicados el 8 de septiembre de 2025 en la revista *Astrophysical Journal Letters*, presentan dos escenarios principales: TRAPPIST-1e podría ser una roca desnuda sin envoltura gaseosa, o bien contar con una atmósfera densa. Una de las hipótesis más prometedoras, según el Dr. Ryan MacDonald de la Universidad de St Andrews, es que el planeta podría tener una "atmósfera secundaria, rica en gases pesados como el azufre". Este tipo de atmósfera podría generar el efecto invernadero necesario para mantener el planeta en una temperatura habitable, incluso si se encuentra en una rotación síncrona, con un hemisferio permanentemente expuesto a su estrella.
La detección de una atmósfera alrededor de TRAPPIST-1e ha sido un desafío considerable. La estrella anfitriona, TRAPPIST-1, es una enana roja ultracompacta conocida por su intensa actividad, que incluye erupciones estelares y "salpicaduras" magnéticas. Estos fenómenos pueden enmascarar o imitar las señales atmosféricas que los astrónomos buscan. Los investigadores dedicaron más de un año a depurar los datos, separando las interferencias estelares de cualquier posible indicio atmosférico.
Los análisis iniciales sugieren que TRAPPIST-1e no posee una atmósfera tenue y dominada por hidrógeno, como la de Venus o Mercurio. En cambio, existe una probabilidad significativa de una atmósfera más densa, comparable a la de la Tierra. Las atmósferas primarias, compuestas principalmente de hidrógeno y helio, tienden a disiparse rápidamente bajo la radiación estelar. Sin embargo, se cree que las atmósferas secundarias se forman a través de procesos geológicos y bombardeos de asteroides, como se postula que ocurrió en la Tierra. Ana Glidden, investigadora del MIT y autora principal de uno de los estudios, destacó que los nuevos datos permiten descartar escenarios de atmósferas dominadas por hidrógeno y acotar otras posibilidades.
Aunque aún no hay una confirmación definitiva, los hallazgos representan un paso crucial. El equipo anticipa recopilar hasta 20 observaciones de TRAPPIST-1e para finales de 2025, lo que permitirá determinar con mayor certeza la presencia y composición de su atmósfera. "Por primera vez, tenemos el telescopio y las herramientas para buscar condiciones de habitabilidad reales en otros sistemas estelares", afirmó el Dr. MacDonald, calificando este momento como uno de los más emocionantes en la historia de la astronomía. La colaboración internacional, que incluye a científicos del Reino Unido, EE. UU. e India, subraya la magnitud de este esfuerzo científico global.