La comunidad científica ha validado un suceso cósmico de magnitud inaudita: el estallido de rayos gamma (GRB) denominado GRB 250702B ha sido reconocido oficialmente como la explosión más energética y colosal jamás registrada. Los datos cruciales, obtenidos gracias a las capacidades del Telescopio Espacial James Webb (JWST), han cimentado el estatus récord de este fenómeno, planteando serios interrogantes a los modelos cosmológicos vigentes sobre la dinámica estelar y la formación de agujeros negros.
Los estallidos de rayos gamma (GRB) se caracterizan habitualmente por ser los pulsos de luz más intensos y fugaces del universo, con duraciones que oscilan entre milisegundos y unos pocos minutos. Sin embargo, el GRB 250702B exhibió una tenacidad anómala, manifestándose con repeticiones y destellos a lo largo de casi un día completo. Se ha documentado que la actividad continua se prolongó durante un periodo de hasta siete horas, incluyendo reiteraciones en el rango de rayos X, lo cual lo sitúa fuera de las clasificaciones estándar de eventos transitorios. El Telescopio Fermi de la NASA fue el instrumento que capturó inicialmente este evento el 2 de julio de 2025.
Un factor determinante en el análisis fue la determinación precisa de la distancia a la que ocurrió el fenómeno, una hazaña lograda gracias a la sensibilidad sin igual del JWST. El cálculo de esta distancia permitió a los astrónomos calibrar las verdaderas características de la energía liberada, confirmando que superaban cualquier registro previo. La energía total desprendida en este único suceso es comparable al volumen energético completo que nuestro Sol emitirá a lo largo de sus diez mil millones de años de vida. Algunas estimaciones sugieren que esta liberación energética equivale a la detonación simultánea de aproximadamente 10 25
El entorno donde se originó la explosión también despierta un interés particular para los astrofísicos. A diferencia de la mayoría de los GRB, que suelen nacer en galaxias pequeñas, jóvenes y con alta tasa de formación estelar, la galaxia anfitriona del GRB 250702B resultó ser sorprendentemente grande y notablemente polvorienta. Esta discrepancia lleva a los investigadores a postular que el medio local pudo haber sido fundamental para la generación de un GRB tan extremo. Los autores del estudio barajan hipótesis que incluyen el colapso atípico de una estrella moribunda o la absorción de una estrella menor por parte de un agujero negro. Es crucial notar que, a diferencia de la mayoría de los GRB de larga duración asociados al colapso de estrellas masivas y supernovas, en este caso no se detectó ninguna supernova brillante en las proximidades.
Los científicos continúan recopilando datos, empleando herramientas avanzadas como el espectrógrafo X-shooter del telescopio VLT, con el fin de desentrañar la mecánica subyacente a este evento. Este descubrimiento subraya que cada fenómeno que trasciende los límites conocidos actúa como un catalizador para profundizar nuestro entendimiento de las leyes fundamentales del universo, exigiendo el desarrollo de nuevos marcos teóricos para interpretar una manifestación tan insólita de la dinámica cósmica.