Un equipo internacional de astrónomos, con participación de físicos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), ha detectado una explosión de radio rápida (FRB, por sus siglas en inglés) de brillo récord y extraordinariamente cercana, situada a aproximadamente 130 millones de años luz de la Tierra.
Este hallazgo, publicado en la revista Astrophysical Journal Letters, marca un hito en la comprensión de estos enigmáticos fenómenos cósmicos. Las FRB son pulsos de radio breves pero intensos que duran apenas unos milisegundos, capaces de liberar en ese corto lapso la energía de todas las fuentes de radio de su galaxia anfitriona. Típicamente, estas señales se observan a miles de millones de años luz de distancia, lo que confiere a esta nueva detección un carácter excepcional por su proximidad y brillo sin precedentes.
El descubrimiento fue posible gracias a la versión mejorada del radiotelescopio CHIME (Canadian Hydrogen Intensity Mapping Experiment). CHIME, concebido inicialmente para cartografiar la distribución del hidrógeno en el universo, ha demostrado una sensibilidad notable para la detección de FRB, registrando cerca de 4.000 de estas señales desde 2018. La reciente ampliación del telescopio con una red de "CHIME Outriggers" – tres estaciones adicionales distribuidas en Norteamérica – ha permitido una localización precisa del origen de las explosiones.
A mediados de 2025, el sistema captó una FRB de gran luminosidad, cuya fuente se identificó en la galaxia espiral NGC 4141, en la constelación de la Osa Mayor. La localización fue excepcionalmente detallada, apuntando a una región de formación estelar dentro de la galaxia, lo que proporciona una pista crucial sobre la posible naturaleza de las FRB. Una hipótesis principal sugiere que sus fuentes podrían ser magnetares, estrellas de neutrones jóvenes con campos magnéticos extremadamente potentes, capaces de emitir pulsos de radio de una potencia prodigiosa. La ubicación inusual de esta nueva FRB podría indicar que su progenitor fue un magnetar más "maduro" o evolucionado, en contraste con objetos completamente jóvenes.
Los astrónomos también examinaron datos de archivo de CHIME durante seis años, sin encontrar repeticiones de esta fuente particular, lo que respalda su clasificación como una FRB "única" o "one-off". La cuestión de si las FRB repetitivas y las no repetitivas difieren en su naturaleza sigue siendo uno de los principales enigmas para los astrofísicos. Este descubrimiento es considerado clave, ya que la proximidad y el brillo de esta FRB ofrecen una oportunidad sin igual para estudiar no solo la señal en sí, sino también su entorno inmediato. Este avance representa un paso significativo hacia la comprensión de los mecanismos que generan estas enigmáticas "linternas cósmicas".
Investigaciones adicionales sugieren que la energía liberada por estas explosiones podría estar relacionada con la actividad magnética extrema de los magnetares, similar a los eventos de erupción solar en nuestro propio Sol, pero a una escala cósmica mucho mayor. La capacidad de estudiar el medio intergaláctico por el que viaja la señal también abre nuevas vías para comprender la composición y distribución de la materia en el universo.