La seguridad nacional de Estados Unidos se encuentra bajo escrutinio debido a un incremento nunca antes visto en los reportes de Objetos Submarinos No Identificados (OSNIs), conocidos en inglés como USO (Unidentified Submerged Objects), a lo largo de las costas del Pacífico y del Atlántico. Estos fenómenos, caracterizados por su capacidad de sumergirse o emerger del agua sin generar oleaje ni ruido, han generado profunda inquietud en la cúpula militar. La aplicación Enigma, puesta en marcha a finales de 2022, se ha consolidado como una herramienta fundamental para catalogar estas anomalías. A nivel mundial, Enigma ha recopilado más de 30.000 incidentes inexplicables. De manera alarmante, más de 9.000 de estos sucesos han sido registrados a menos de diez millas de las costas estadounidenses, lo que sugiere una intensa actividad concentrada en áreas de importancia estratégica.
El análisis estadístico por estados revela patrones claros que demuestran que no se trata de una serie de observaciones inconexas. California encabeza la lista de avistamientos con 389 casos documentados, seguida de cerca por Florida con 306. Esta pauta exige una comprensión más profunda. El contralmirante retirado de la Armada de EE. UU., Tim Gallaudet, quien previamente sirvió como oceanógrafo de la Marina, enfatizó esta preocupación en un informe presentado en marzo de 2024. Gallaudet expresó su convicción de que la transición fluida de estos objetos entre el entorno aéreo y el acuático representa una seria amenaza para la seguridad marítima de la nación. Instó al gobierno a «afrontar con valentía esta nueva realidad y extraer las lecciones necesarias», abogando por una mayor transparencia y una investigación científica rigurosa.
El almirante Gallaudet señaló que, mientras se destinan cuantiosos recursos a la vigilancia del espacio aéreo, las maniobras subacuáticas podrían estar ocurriendo sin la supervisión adecuada. Esta falta de control genera vulnerabilidades críticas, especialmente para infraestructuras vitales como los cables submarinos de comunicación global. Para ilustrar la gravedad del asunto, se recuerda el incidente ocurrido en 2019: el buque de la Marina USS Omaha capturó con una cámara infrarroja un objeto de forma esférica que se desplazaba rápidamente sobre el Océano Pacífico antes de desaparecer bajo la superficie sin dejar rastro ni salpicadura. El Pentágono confirmó la autenticidad de dicha grabación, admitiendo que el comportamiento del objeto desafía las leyes conocidas de la física. La recurrencia de estos fenómenos cerca de zonas de ejercicios navales y rutas marítimas concurridas obliga a replantear los protocolos de monitoreo y análisis de las anomalías subacuáticas.
Los expertos subrayan que, aunque la atención pública se centra a menudo en los fenómenos aéreos, el ámbito submarino permanece como un territorio relativamente inexplorado. El reconocimiento y el estudio sistemático de estos eventos, tal como lo propone el almirante Gallaudet, no solo pavimentan el camino hacia el fortalecimiento de la defensa, sino que también prometen avances significativos en la ciencia marina. Es imperativo reevaluar lo que consideramos posible en la inmensidad de nuestros océanos y asumir la responsabilidad de comprender todo lo que reside en ellos, abriendo la puerta a un nuevo enfoque en la monitorización oceánica.
