En las profundidades y aguas vibrantes de nuestros océanos reside una comunidad microbiana de importancia capital para la vida marina: las bacterias de la familia Endozoicomonadaceae. Estos microorganismos, a menudo pasados por alto, son arquitectos de la salud de sus huéspedes, tejiendo complejas redes simbióticas que sustentan ecosistemas enteros.
Estudios genómicos recientes han desvelado la notable capacidad de estas bacterias para actuar como pilares nutricionales, siendo expertas en la síntesis de aminoácidos esenciales y vitaminas cruciales que muchos organismos marinos no pueden producir por sí mismos. Su habilidad para descomponer azúcares complejos y polisacáridos los convierte en aliados invaluables en la digestión, optimizando la absorción de nutrientes para sus anfitriones. Más allá de la nutrición, desempeñan un papel vital en la regulación de ciclos biogeoquímicos, siendo fundamentales en el ciclo del fósforo y contribuyendo a su equilibrio dentro del holobionte, lo cual es crucial para prevenir acumulaciones perjudiciales en tejidos como los de los corales. Algunos representantes de esta familia también participan en procesos del ciclo del nitrógeno, como la reducción disimilatoria de nitrato a amonio (DNRA), lo que puede servir como fuente de energía para otros microorganismos.
Su genoma revela tamaños impresionantes y una notable plasticidad y capacidad de adaptación a las condiciones ambientales cambiantes y a nuevos nichos, lo que puede indicar la presencia de etapas de vida libre y una relación simbiótica dinámica y en constante evolución. La influencia de Endozoicomonadaceae se extiende a la protección y la resiliencia, poseyendo la capacidad de adquirir hierro en aguas con escasez de nutrientes y mostrando aptitud para la defensa antimicrobiana y la respuesta al estrés, actuando como un escudo protector para sus huéspedes. Además, poseen la capacidad de sintetizar compuestos antioxidantes, lo que aumenta aún más la resistencia a factores adversos.
Investigaciones recientes han revelado que, bajo condiciones de estrés térmico, ciertas cepas de Endozoicomonas pueden convertir esteroides obtenidos del huésped en hormonas esteroides como la testosterona y la progesterona. Estas hormonas tienen la capacidad de modular el sistema inmunológico del huésped, fortaleciendo sus defensas contra patógenos y contribuyendo a su supervivencia en entornos cambiantes. La presencia de Endozoicomonadaceae en diversos organismos marinos, desde esponjas hasta corales y peces, a lo largo de todos los océanos, las posiciona como un indicador de la salud general de estos ecosistemas. Su ubicuidad y profunda integración en la fisiología de sus huéspedes subrayan su importancia ancestral y evolutiva.
Comprender la intrincada danza entre estas bacterias y sus anfitriones no solo ilumina los mecanismos de supervivencia y prosperidad en el medio marino, sino que también recuerda la profunda interconexión que sustenta la vida en nuestro planeta. Son, en esencia, los guardianes silenciosos de la vitalidad oceánica, orquestando procesos esenciales que aseguran la continuidad y robustez de la vida en el mar.