El Zifio de Ginkgo: Una Vida Descubierta por el Sonido en las Profundidades Abisales

Editado por: Inna Horoshkina One

Ginkgo-toothed Beaked Whale

En las vastas y desconocidas profundidades oceánicas, existen criaturas que desafían los límites de lo posible. Viven en una oscuridad tan impenetrable que la luz solar jamás las alcanza, y han permanecido tan esquivas que durante décadas su existencia se limitó a meros rastros estadísticos. Su presencia solo podía inferirse a partir de restos varados, fragmentos de ADN o fugaces picos acústicos que se desvanecían en la densa penumbra abisal.

La primera confirmación de Mesoplodon ginkgodens en el océano — sonido, genética y observación en un solo fotograma

Sin embargo, es precisamente en estos entornos extremos, donde la capacidad visual humana se anula, donde comienza a desarrollarse una nueva forma de percepción: la escucha.

Así se forjó la historia de uno de los cetáceos más raros del planeta: el zifio de ginkgo (Mesoplodon ginkgodens). Una narrativa fascinante donde el sonido se convirtió en el camino, la señal y, quizás, la forma más honesta de contacto entre nuestro mundo y el suyo.

El eco que dialogaba con la oscuridad

En la región oriental del Océano Pacífico, tras años de monitorización y miles de horas de grabaciones, los científicos detectaron una anomalía persistente. En medio del caos de los ruidos naturales del océano, se distinguía una señal repetitiva y singular.

Los expertos en acústica la bautizaron como BW43. Se caracterizaba por ser una secuencia de pulsos cortos con una estructura rigurosa y un ritmo que sugería una estrategia inteligente detrás. Este patrón acústico era inconfundible; no podía ser atribuido a la ecolocalización de delfines o cachalotes. Pertenecía a una especie que, aunque siempre había estado fuera del alcance de la vista, estaba dispuesta a ser oída.

En el artículo científico “Acoustic identification and at-sea observations of Mesoplodon ginkgodens” (publicado en Marine Mammal Science, 2024), los investigadores definieron el BW43 como el “código acústico de la especie”. Funcionaba como una firma sonora, un rastro dejado por una criatura que rehúye ser vista pero que se comunica a través del sonido. El sonido se convirtió en el hilo conductor hacia el lugar donde la especie se disolvía completamente en la inmensidad.

Pacific Storm: Cuando lo invisible se hizo visible

En el año 2024, la tripulación del buque de investigación Pacific Storm se dirigió a la zona donde la señal BW43 resonaba con mayor intensidad. Aunque la superficie del océano parecía desierta, la evidencia acústica indicaba lo contrario.

De repente, la calma de la superficie se rompió con un movimiento inesperado. Por primera vez en la historia de la biología marina, los científicos avistaron zifios de ginkgo vivos. Esta especie, considerada casi mítica, no estaba escondida; simplemente vivía su vida en las profundidades. El momento crucial de este encuentro no fue solo el avistamiento en sí, sino la presencia de crías junto a los adultos.

Esto demostró que la especie no solo sobrevivía, sino que se reproducía activamente. El hallazgo fue rápidamente corroborado por numerosas publicaciones, desde IFLScience (2024) y NewsBytes hasta análisis detallados en Indian Defence Review.

ADN de la profundidad: La prueba irrefutable

Para eliminar cualquier margen de error, los investigadores recolectaron una muestra de piel para análisis genético. El informe técnico NMFS-SWFSC-669 (2024), publicado por la NOAA, fue concluyente: Sí, se trataba de Mesoplodon ginkgodens. Por primera vez, la especie fue confirmada no por indicios indirectos, sino de manera genética, inequívoca y directa. El zifio de ginkgo dejó de ser una sombra.

BW43: La voz que obtuvo un nombre

Tras la confirmación visual y genética, los científicos pudieron establecer la conexión definitiva entre el BW43 y el Mesoplodon ginkgodens. Este patrón acústico es ahora la firma acústica oficial de la especie.

Este conocimiento transforma radicalmente la investigación marina, permitiendo:

  • rastrear las migraciones, utilizando el sonido como un faro guía;

  • elaborar mapas acústicos detallados del océano;

  • identificar zonas de reproducción y rutas de tránsito;

  • proteger a la especie sin necesidad de verla.

  • La voz de la profundidad se ha convertido en una herramienta científica esencial.

    Una nueva cartografía del Pacífico

    La recopilación de datos ha revelado información crucial:

    • el Pacífico oriental es el probable centro de distribución de la especie;

  • el área de Baja California podría ser una zona clave de reproducción;

  • el grupo observado incluía al menos tres individuos, entre ellos una hembra con su cría.

  • En noviembre de 2025, el periódico The Guardian publicó un artículo titulado «Rare Gingko-toothed Beaked Whale observed alive — scientists warn of sonar threats», alertando sobre la extrema sensibilidad de los mesoplodontes de aguas profundas al sonar militar.

    Ahora que el mundo sabe que el zifio de ginkgo es un participante vivo y no un fantasma de la ecología oceánica, los científicos hacen un llamado urgente:

    • limitar el uso de sonares potentes en las áreas donde se detecta el BW43;

  • expandir el monitoreo acústico;

  • integrar la presencia de la especie en las políticas marítimas internacionales.

  • Porque la profundidad tiene su propia calma. Y esa calma es también una forma de vida.

    Implicaciones para la ciencia y la humanidad

    El descubrimiento del zifio de ginkgo es más que una simple noticia científica. Es un recordatorio palpable de que el mundo es mucho más complejo de lo que percibimos; que la vida persiste incluso donde hemos dejado de buscar; y que el sonido conecta lo invisible con lo visible, la sima con la superficie. El océano habla. Y si escuchamos, nos acercamos a comprenderlo.

    Cuando una criatura emerge de las sombras para reclamar su lugar con su propia voz, el planeta entero se siente un poco más completo. El zifio de ginkgo nos dice: “Ahora saben que estoy aquí. Ahora escuchan mi voz. Por lo tanto, pueden incluirme en su visión del mundo.”

    Fuentes

    • The Guardian

    • The Guardian

    • Wikipedia

    • Men's Journal

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