El archipiélago de Svalbard, ubicado a unos 1.300 kilómetros del Polo Norte, y que alberga el crucial Banco Mundial de Semillas de Svalbard, se ha transformado en un foco de gran inquietud científica. El deshielo reciente del permafrost en esta zona ha propiciado la liberación de virus de ARN latentes. Estos agentes biológicos, que han permanecido conservados en el hielo durante milenios, están retornando ahora al medio ambiente activo. Este fenómeno subraya la relación compleja e impredecible entre la aceleración del cambio climático y la posible reactivación de patógenos ancestrales, desconocidos hasta ahora para la medicina contemporánea.
Para profundizar en el estudio de estos virus de ARN arcaicos atrapados en la tierra congelada, el biólogo evolutivo Sébastien Calvignac-Spencer, al frente de un equipo de investigación del Instituto Helmholtz para One Health, llevó a cabo una expedición a Svalbard en julio de 2025. El objetivo primordial del equipo es extraer información histórica detallada. Este análisis busca esclarecer las trayectorias evolutivas a largo plazo de familias virales importantes, entre ellas las vinculadas a la gripe (influenza), la poliomielitis (polio) y el Ébola. Comprender la historia profunda de la vida viral en la Tierra es fundamental para contextualizar las realidades biológicas que enfrentamos hoy.
El deshielo del permafrost, consecuencia directa del aumento de las temperaturas globales, no solo libera estos microbios ancestrales, sino que también emite potentes gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono y el metano. Esta doble liberación genera un bucle de retroalimentación que intensifica la inestabilidad climática. Por ello, resulta imprescindible una evaluación exhaustiva que abarque tanto el impacto ambiental como las posibles repercusiones en la salud pública. La reaparición de estos patógenos que han permanecido inactivos durante tanto tiempo indica un cambio crucial en los perfiles de riesgo biológico impulsado por la alteración medioambiental, lo que exige una respuesta global unificada y proactiva.
Estudios previos realizados en otras regiones árticas, como el permafrost siberiano, han logrado reanimar virus cuya antigüedad se estima en más de 48.500 años, lo que prueba la asombrosa capacidad de resistencia de estas estructuras biológicas a lo largo de inmensos periodos de tiempo. Este precedente sugiere que las muestras de Svalbard podrían constituir una biblioteca biológica aún más antigua. Reconocer estas señales emergentes nos obliga a desarrollar marcos de protección más sólidos y con visión de futuro. Es crucial entender que el bienestar global está intrínsecamente ligado a la salud de los ecosistemas más remotos del planeta.