Investigaciones arqueológicas recientes en la región sureste del Mar Muerto, en Jordania, han aportado evidencias sustanciales que conectan las ciudades bíblicas de Sodoma, Gomorra, Adma, Zeboím y Zoar con emplazamientos históricos específicos. Este hallazgo proporciona una nueva dimensión a la base material de los relatos del Génesis 19, al situar estos eventos en un contexto geográfico y físico verificable, reconfigurando la comprensión de la antigüedad regional.
El sitio de Bab edh-Dhra se postula como el principal candidato para la antigua Sodoma. Las excavaciones revelaron una fortificación robusta, incluyendo un muro de casi 58 centímetros de grosor, una alta densidad de viviendas y un templo significativo datado del Bronce Temprano. Adicionalmente, un cementerio adyacente al yacimiento contenía restos carbonizados de techos, postes y ladrillos, lo cual se alinea con la descripción de una destrucción masiva por fuego narrada en los textos fundacionales. Por otro lado, Numera, sitio que los investigadores asocian con Gomorra, también exhibe ocupación del Bronce Temprano y ruinas severamente afectadas por el fuego. Un detalle crucial en Numera fue el descubrimiento de restos esqueléticos bajo una torre colapsada, sugiriendo un evento catastrófico repentino, consistente con la narrativa de un juicio súbito.
Fifa y Khanazir son las propuestas para Adma y Zeboím, respectivamente. Ambos lugares muestran patrones similares de devastación ígnea seguidos de un abandono total, aunque los académicos insisten en la necesidad de más estudio para confirmar definitivamente estas correspondencias. En marcado contraste, Zoar, localizada cerca del actual Safi, se distingue como la única de las cinco urbes que no fue aniquilada, manteniendo una ocupación continua desde la Edad del Bronce hasta el período Bizantino. Las excavaciones en Zoar han sacado a la luz iglesias, lápidas, vestigios nabateos e incluso una cueva vinculada a la figura del profeta Lot, ofreciendo un contexto vital para entender el destino de sus vecinas destruidas.
La disposición geográfica de todos estos emplazamientos, alineados de norte a sur a lo largo de antiguos cauces fluviales, corrobora la descripción bíblica de las 'ciudades de la llanura'. Los hallazgos consistentes de ocupación, destrucción por fuego y posterior cese de actividad en estos lugares refuerzan la credibilidad histórica del relato, según contribuciones a la arqueología bíblica reportadas en el año 2025. Estudios más amplios en la zona han identificado depósitos de ceniza y azufre en la región del Mar Muerto, datados de hace unos 3.700 años, lo que podría corresponder a la fecha del cataclismo. La datación por radiocarbono en materiales orgánicos recuperados de estas capas sugiere una ventana de destrucción alrededor del 1650 a.C., afinando la cronología de los eventos.