Una serie de excavaciones arqueológicas realizadas en las áridas extensiones del sureste de Jordania, cerca de la costa del Mar Muerto, están proporcionando un posible sustento histórico a la narración bíblica sobre el colapso de Sodoma y Gomorra. Los trabajos han revelado estructuras calcinadas y restos humanos sepultados bajo escombros, indicando una catástrofe repentina y violenta en los sitios clave de Bab edh-Dhra, frecuentemente asociado con Sodoma, y Numera, vinculado a Gomorra. Ambos yacimientos datan de la Edad del Bronce Temprano.
La hipótesis más reciente que estos vestigios respaldan sugiere que el fin de estas urbes no fue un proceso gradual, sino el resultado de una violenta detonación atmosférica de origen cósmico, un fenómeno comparable al impacto de Tunguska en 1908. Este tipo de suceso habría provocado incendios de inmensa magnitud y una destrucción generalizada. Investigaciones adicionales en la región han permitido precisar la cronología del evento destructivo, situándolo aproximadamente en el año 1650 a.C., marcando el fin de la Edad del Bronce Medio en esa área específica.
El análisis de los sedimentos en la zona ha aportado evidencia física crucial, revelando una capa de material vítreo y la presencia de metales raros, como el iridio. Estos elementos son característicos de la ablación causada por calor extremo y la entrada de un objeto extraterrestre en la atmósfera. Este conjunto de pruebas físicas, desde la vitrificación de la superficie hasta la composición química, fortalece la tesis de una aniquilación por energía concentrada, ofreciendo un sustrato de hechos concretos a una historia tradicionalmente ubicada en el ámbito de la fe.
Un elemento que resuena con particular fuerza en el relato es el hallazgo de la ciudad de Zoar, mencionada en los textos sagrados como el refugio de Lot, la cual, a diferencia de sus vecinas, parece haber permanecido intacta. Este contraste establece un puente tangible entre el relato bíblico y la evidencia histórica documentada en el Levante. El descubrimiento invita a reflexionar sobre cómo los patrones de cambio drástico han moldeado el curso de las civilizaciones a lo largo del tiempo, subrayando la fragilidad de las estructuras urbanas y la persistencia de la memoria colectiva.