El estado de Pará, en Brasil, ha declarado a los manatíes amazónico (Trichechus inunguis) y del Caribe (Trichechus manatus) como patrimonio natural e intangible de importancia cultural, según la Ley N.º 11.171/2025. Esta distinción resalta el valor ecológico, cultural y socioambiental de estas especies, asegurando que sus programas de conservación reciban prioridad en inversión gubernamental, alianzas estratégicas y cooperación.
El gobierno estatal se compromete a colaborar con organizaciones civiles, universidades y entidades nacionales e internacionales para garantizar la financiación y ejecución de acciones de protección para estas especies vulnerables. Históricamente, la carne, piel y grasa del manatí amazónico han sido muy valoradas en las comunidades amazónicas, formando parte integral de su cultura. Renata Emin, presidenta del Instituto Bicho D'Água, subrayó la importancia de esta iniciativa como un reconocimiento al valor de las especies y al trabajo de biólogos, veterinarios, educadores y comunidades locales en la salvaguarda de la fauna amazónica.
La conservación de los manatíes es un esfuerzo colaborativo que involucra a múltiples actores, incluyendo talleres con investigadores de diversos países latinoamericanos para mejorar modelos de hábitat y estrategias de conservación. En Soure, en la Isla de Marajó, se está construyendo un nuevo centro de aclimatación para manatíes con una superficie de 500 m², con capacidad para ocho animales, cuya apertura está prevista para noviembre de 2025. Este proyecto, apoyado por la Secretaría de Estado de Medio Ambiente y Sostenibilidad (SEMAS), busca optimizar el rescate de manatíes en una zona que ya muestra signos de declive poblacional.
La construcción de estas instalaciones es crucial, dado que el manatí tiene una tasa reproductiva lenta, dando a luz a una cría cada dos o tres años, y la cría depende de la madre durante los primeros dos años. Las acciones de rescate recientes, como la de un joven manatí amazónico salvado en abril de 2025 en Santa Cruz do Arari, ejemplifican el espíritu colaborativo entre organismos públicos, ONGs y residentes locales. Estos esfuerzos conjuntos reflejan el compromiso de Pará con la conservación del manatí y el reconocimiento de su papel esencial en la biodiversidad y la identidad cultural del Amazonas.
La protección de estas especies está reforzada por leyes que prohíben estrictamente la caza y cualquier acción que ponga en peligro su vida, con sanciones que incluyen multas e incluso prisión. El manatí amazónico (Trichechus inunguis) es el sirénido más pequeño y el único de agua dulce, habitando ríos y lagunas por debajo de los 300 metros de altitud. Su dieta se basa en vegetación acuática, consumiendo hasta el 8% de su peso corporal diariamente. A pesar de su estado vulnerable, la caza furtiva para consumo humano, la degradación del hábitat y la contaminación del agua representan las principales amenazas para su supervivencia. Por otro lado, el manatí del Caribe (Trichechus manatus) habita costas y desembocaduras de ríos, siendo herbívoro y alimentándose de hierbas marinas y plantas acuáticas. Las amenazas para esta especie incluyen la caza, la destrucción de su hábitat, la ingestión de basura y el enredo en redes de pesca, lo que ha llevado a que en algunas regiones esté clasificado como en peligro crítico de extinción.