Cuidado y Mantenimiento de Conejos Domésticos Durante el Invierno

Con la llegada del período invernal y el descenso constante de la temperatura ambiental, garantizar las condiciones de vida adecuadas para los conejos domésticos se convierte en una tarea prioritaria para sus propietarios. Estos animales son extremadamente sensibles a las fluctuaciones bruscas de temperatura y a las corrientes de aire, lo que exige una modificación inmediata de su hábitat para la prevención de posibles problemas de salud. El rango de temperatura óptimo para el confort de los conejos de compañía se sitúa entre +18 y +22 °C. No obstante, los ejemplares adultos, siempre que hayan desarrollado un denso pelaje invernal y estén previamente aclimatados a las condiciones exteriores, son capaces de soportar descensos térmicos breves hasta los -12 °C, e incluso, en ciertos casos, hasta los -20 °C.

Cuando el alojamiento es exterior, resulta de vital importancia proteger la vivienda del conejo de la exposición directa al viento, la lluvia y la nieve. La solución más recomendada suele ser ubicar el recinto o jaula dentro de un cobertizo o garaje bien ventilado. Para asegurar un aislamiento térmico eficaz contra el frío del suelo, es imprescindible utilizar una capa gruesa de lecho seco, preferiblemente paja o virutas de madera. Es crucial mantener esta cama seca, dado que la humedad acelera el proceso de enfriamiento corporal. Además, la humedad ambiental en el interior del recinto debe mantenerse en un nivel de 60% a 80% para evitar trastornos en el sistema respiratorio.

La dieta experimenta cambios sustanciales durante los meses fríos, ya que la necesidad de energía para mantener la temperatura corporal aumenta considerablemente, y el acceso a la hierba fresca es limitado. Los conejos incrementan su consumo de alimento de manera instintiva. La base de la alimentación debe seguir siendo heno de alta calidad, cuyo acceso constante es fundamental, puesto que el proceso de digestión del heno contribuye a generar calor en el organismo. La ración diaria recomendada de heno para un adulto oscila entre 150 y 200 gramos; la calidad del heno debe ser impecable, sin rastros de deterioro o moho. Para compensar la carencia de vitaminas y proporcionar energía adicional, se deben introducir alimentos jugosos en el menú, como zanahorias, remolacha o calabaza, además de mezclas de cereales, por ejemplo, la avena.

En el período invernal, es beneficioso ofrecer a los conejos ramas frescas de manzano, sauce o álamo, las cuales actúan como fuente de minerales y favorecen el desgaste natural de sus dientes de crecimiento continuo. Se debe garantizar el acceso sin restricciones a agua fresca y que no esté congelada. Es esencial prestar una atención rigurosa al monitoreo del estado general y a las necesidades sociales de las mascotas. Los conejos son animales sociales, y alojarlos en parejas es preferible, especialmente en el exterior, ya que pueden calentarse mutuamente. La inspección visual diaria es obligatoria para detectar signos de hipotermia, como apatía o temblores, así como síntomas de resfriado, incluyendo estornudos y secreción nasal; si se detectan, se debe contactar de inmediato a un veterinario especializado en el tratamiento de roedores.

La transición a la dieta invernal debe realizarse de forma paulatina, a lo largo de aproximadamente una semana, para evitar trastornos digestivos, especialmente en animales jóvenes, que pueden ser provocados por un cambio brusco en el alimento. Los dueños deben tener en cuenta que los conejos con enfermedades crónicas, así como los ejemplares ancianos o gestantes, requieren un control más estricto y, posiblemente, alojamiento en instalaciones climatizadas, incluso si los animales sanos están adaptados a las condiciones exteriores. La vigilancia constante del apetito y el comportamiento sigue siendo el mejor indicador del bienestar de la mascota durante la estación fría.