Las acciones de Nvidia (NVDA) experimentaron un descenso del 3.64% el 20 de agosto de 2025, cerrando en 169.24 dólares. Este retroceso se enmarca en un contexto de creciente escepticismo en el mercado sobre la rentabilidad de las inversiones en inteligencia artificial (IA). Un reciente estudio del MIT, titulado "The GenAI Divide: State of AI in Business 2025", revela que el 95% de las corporaciones aún no han obtenido retornos tangibles de sus implementaciones de IA generativa, con la mayoría de los proyectos piloto estancados en fases iniciales. Solo el 5% de estas iniciativas han logrado una aceleración significativa de ingresos, lo que pone de manifiesto una brecha considerable entre la promesa de la IA y su aplicación práctica y rentable.
Esta cautela generalizada en el sector tecnológico se vio reflejada en la caída del 1.6% del índice Nasdaq Composite el 19 de agosto de 2025. La preocupación por la sostenibilidad de las elevadas valoraciones en el sector de la IA, comparada por algunos líderes de la industria con la burbuja de las puntocom, añade presión adicional al mercado. Las empresas tecnológicas, en general, están siendo escrutadas por sus múltiplos de valoración, que en muchos casos superan significativamente sus promedios históricos. Nvidia enfrenta un ratio precio/beneficio (PER) de 58.63, según datos del 18 de agosto de 2025, una cifra inferior a su promedio histórico de los últimos cinco años (77.29), pero que aún así indica altas expectativas de crecimiento futuro por parte de los inversores.
Paralelamente, Nvidia mantiene una estrategia activa para fortalecer su presencia en China. Tras obtener una licencia en julio de 2025 para exportar sus chips H20 de IA, la compañía planea introducir modelos más avanzados en el mercado chino. Se informa que Nvidia está en proceso de desarrollo de un nuevo chip de IA, tentativamente denominado B30A, basado en su arquitectura Blackwell. Este chip está diseñado para superar las capacidades del H20 y se espera que cumpla con las regulaciones de exportación de Estados Unidos, ofreciendo un rendimiento mejorado en comparación con los modelos anteriores, aunque con la mitad de la potencia del chip B300 de gama alta. Esta estrategia busca equilibrar el cumplimiento normativo con la demanda del crucial mercado chino.
Sin embargo, China está impulsando activamente la autosuficiencia en semiconductores, exigiendo a sus centros de datos que utilicen más chips de producción nacional. Esta política, que se ha expandido a nivel nacional desde un piloto inicial en Shanghái, busca reducir la dependencia de la tecnología extranjera en medio de las continuas restricciones de exportación de Estados Unidos. Empresas como Huawei están desarrollando sus propios chips de IA, como el Ascend 910D, para competir con las ofertas de Nvidia. La competencia se intensifica, con AMD también fortaleciendo su oferta de GPUs. La falta de un ecosistema de software comparable al CUDA de Nvidia presenta desafíos continuos para China, subrayando la interconexión de la tecnología global, las políticas comerciales y la dinámica del mercado, donde la innovación y la adaptabilidad son esenciales para el éxito sostenido.