Los centenarios, personas que alcanzan los 100 años o más, exhiben un patrón de envejecimiento distintivo, caracterizado por una acumulación más lenta de enfermedades y una mayor resiliencia biológica. Un estudio exhaustivo del Instituto Karolinska en Estocolmo, que analizó a más de 270.000 suecos, revela que quienes llegaron a ser centenarios desarrollaron significativamente menos enfermedades a los 85 años en comparación con sus contemporáneos que fallecieron a edades más tempranas. Este retraso en la aparición de enfermedades es particularmente notable en afecciones cardiovasculares y cerebrovasculares.
Los hallazgos, publicados en GeroScience y eClinicalMedicine, sugieren que la resistencia biológica, evidente desde los 70 años, juega un papel crucial. Mientras que la salud de muchas personas mayores de 90 años tiende a deteriorarse, los centenarios a menudo experimentan una estabilización de su estado de salud durante varios años antes del fallecimiento. Investigadores como Karin Modig, profesora asociada en el Instituto de Medicina Ambiental del Karolinska Institutet, enfatizan que esta resiliencia probablemente surge de una compleja interacción de factores genéticos, ambientales y de estilo de vida. Ciertos marcadores sanguíneos relacionados con el metabolismo, la inflamación y la función de los órganos, como niveles más bajos de glucosa, creatinina, ácido úrico, enzimas hepáticas y lactato deshidrogenasa, se correlacionan fuertemente con la longevidad excepcional, mostrando perfiles fisiológicos más saludables en los 60 años en los futuros centenarios.