Los perros, compañeros del ser humano desde hace más de 30.000 años, comparten una conexión emocional notable con nosotros, y la ciencia moderna está desentrañando la fascinante manera en que estos animales interpretan y reaccionan a nuestros estados de ánimo.
Investigaciones recientes confirman la capacidad de los perros para detectar y responder a las emociones humanas. Un estudio de 2021 reveló que los perros pueden percibir cambios químicos asociados al estrés en las personas a través del olfato. Los canes expuestos al olor del sudor de individuos estresados mostraron más signos de estrés en comparación con aquellos expuestos a sudor de personas en estado de calma. Esta habilidad olfativa para detectar el estrés se ha demostrado con una precisión del 93.75% en la identificación de muestras de aliento y sudor de personas estresadas, incluso si los perros no conocen a la persona. Además de su agudo sentido del olfato, los perros también son capaces de distinguir entre diferentes emociones humanas basándose en las expresiones faciales. Un estudio de 2023 sugirió que los perros comprenden y reaccionan a nuestras expresiones emocionales más allá de las señales auditivas.
De hecho, investigaciones previas de 2016 demostraron que los perros integran información de diferentes sentidos para percibir emociones, una habilidad que antes se creía exclusiva de los humanos y algunos primates. Los perros pueden combinar información visual y auditiva para reconocer estados emocionales positivos y negativos, mostrando una capacidad para la categorización emocional. Esta sensibilidad emocional fortalece el vínculo entre humanos y perros, y tiene aplicaciones prácticas significativas en terapias de apoyo emocional y psicológico.
Los perros pueden ser entrenados para asistir a personas con ansiedad y trastorno de estrés postraumático (TEPT), actuando como una alerta temprana ante crisis de estrés agudo o emocionales. La investigación también sugiere que la sincronización de las ondas cerebrales entre humanos y perros durante interacciones amistosas puede ser un indicador de esta profunda conexión mutua. En resumen, la investigación científica en curso subraya la complejidad de la relación humano-perro, destacando la notable capacidad de los perros para comprender y responder a nuestras emociones, lo que profundiza aún más nuestro vínculo compartido.