Familectos: El Lenguaje Único que Une a las Familias

Editado por: Vera Mo

Las familias a menudo crean sus propios códigos lingüísticos, conocidos como "familectos", que consisten en palabras y frases exclusivas de su hogar. La profesora Cynthia Gordon de la Universidad de Georgetown, autora de "Making Meanings, Creating Family", ha investigado a fondo este fenómeno.

Gordon señala que "todos los grupos sociales —familias, organizaciones, grupos de amigos— tienen formas específicas y pautadas de usar el lenguaje, y es a través del lenguaje que nos unimos". Su estudio inicial, que abarcó más de dos décadas, implicó que padres de cuatro familias registraran meticulosamente sus interacciones diarias. Estas grabaciones resaltaron hábitos lingüísticos distintos dentro de cada familia, como el uso de términos específicos para referirse a objetos o situaciones, que persistían incluso en ausencia de los niños que los originaron.

El origen de un familect frecuentemente comienza con los niños pequeños, cuyas nuevas pronunciaciones y creaciones de palabras son adoptadas por la familia. Un niño podría, por ejemplo, llamar a las uvas "picos", un término que con el tiempo se convierte en una parte preciada del léxico familiar. Gordon enfatiza que esta creación lingüística es orgánica, a diferencia de la jerga más intencional desarrollada por otros grupos sociales.

El concepto de familect también ha sido reconocido en el discurso académico. La entrada de Wikipedia sobre familect afirma que "los familectos caen dentro del registro íntimo de la comunicación" y a menudo incorporan vocabulario de palabras que los niños pequeños acuñan mientras aprenden a hablar, las cuales son luego adoptadas por la familia. La investigación de Gordon sugiere que este comportamiento humano trasciende la cultura, la nacionalidad y el idioma, siendo un fenómeno muy extendido.

En última instancia, los familectos actúan como un vínculo lingüístico, nutriendo la cercanía y el sentido de identidad dentro de las familias. Ejemplifican la creatividad y la intimidad que el lenguaje puede fomentar entre seres queridos. Estos dialectos familiares, a menudo nacidos de la inocencia infantil o de la necesidad de una comunicación más privada, sirven como un pegamento social, reforzando los lazos y creando un sentido de pertenencia único para cada unidad familiar.

La investigación de Gordon también destaca que, si bien los familectos pueden parecer espontáneos, reflejan un impulso humano fundamental para conectar y definir la identidad grupal a través de la comunicación compartida, convirtiéndose en tesoros verbales que pueden transmitirse a través de generaciones.

Fuentes

  • NZ Herald

  • The Washington Post

  • Wikipedia

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