El Banco de la Reserva de Australia (RBA) ha anunciado una reducción de 0.25 puntos porcentuales en su tasa de efectivo, situándola en 3.6%. Esta medida, la tercera del año, devuelve la tasa a niveles no vistos desde abril de 2023. La gobernadora del RBA, Michele Bullock, sugirió que podrían considerarse más recortes si las proyecciones económicas lo justifican.
La decisión de política monetaria se vio ensombrecida por las serias preocupaciones del RBA sobre el crecimiento de la productividad en Australia. El banco central ha revisado a la baja su pronóstico de crecimiento futuro de la productividad, de aproximadamente 1% anual a 0.7%. Esta revisión implica que el crecimiento salarial sostenible sin generar presiones inflacionarias es menor de lo que se anticipaba previamente. El RBA ha señalado que un crecimiento persistentemente bajo de la productividad pesará sobre el crecimiento de la producción, los ingresos y la demanda, ya que la economía no podrá producir tanto como se esperaba anteriormente con los mismos insumos. El Tesorero, Jim Chalmers, reconoció la productividad como un "desafío muy serio" y el "centro de nuestra estrategia económica". Bullock enfatizó que, si bien el RBA influye en las tasas de interés, abordar la desaceleración de la productividad es principalmente responsabilidad del gobierno. El RBA ha ajustado sus previsiones de crecimiento del PIB, anticipando un crecimiento más lento para 2025, situándolo en 1.7% en comparación con el 2.1% anterior. El potencial de crecimiento de la economía australiana se ha reducido, con el crecimiento potencial del PIB ahora estimado en alrededor del 2%. A pesar de estas preocupaciones, el RBA mantiene la confianza en que la inflación subyacente se mantendrá dentro del rango objetivo del 2-3% y que el desempleo permanecerá estable.