El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el primer ministro británico, Keir Starmer, firmaron el jueves 18 de septiembre de 2025 un acuerdo histórico de inversión tecnológica valorado en 250.000 millones de libras (aproximadamente 340.000 millones de dólares). Este pacto, denominado "UK-US Technological Prosperity Accord", se considera la mayor inversión bilateral en la historia británica y se centra en áreas de vanguardia como la inteligencia artificial (IA), la computación cuántica y la energía nuclear.
El acuerdo prevé inversiones sustanciales, incluyendo 30.000 millones de dólares de Microsoft para el desarrollo de infraestructura de IA en el Reino Unido, que contempla la construcción del superordenador más grande del país en colaboración con la firma londinense Nscale. Adicionalmente, Nvidia y OpenAI destinarán conjuntamente 500 millones de libras a Nscale para impulsar la rama británica del proyecto de infraestructura de IA Stargate. Se estima que estas inversiones generarán hasta 15.000 nuevos empleos en el Reino Unido, consolidando la posición del país como un centro de innovación tecnológica.
Un componente clave del "UK-US Technological Prosperity Accord" es el plan para la construcción de 12 nuevos reactores nucleares avanzados en el noreste de Inglaterra. Empresas como X-Energy y Centrica liderarán la construcción de estos reactores modulares avanzados, con el objetivo de generar energía para hasta 1,5 millones de hogares y crear aproximadamente 2.500 empleos en la región. Este impulso nuclear busca también acelerar los procesos de licenciamiento, reduciendo los tiempos de aprobación de aproximadamente tres o cuatro años a tan solo dos, mediante la aceptación mutua de las verificaciones de seguridad de los diseños de reactores entre ambos países.
Durante una conferencia de prensa conjunta, el presidente Trump elogió la "relación especial" entre Estados Unidos y el Reino Unido, describiéndola como un "vínculo irrompible". El primer ministro Starmer expresó su satisfacción por el fortalecimiento de los lazos económicos y tecnológicos, destacando que el acuerdo es "el mayor paquete de inversión de su tipo en la historia británica por un amplio margen".
En el ámbito de la política exterior, surgieron divergencias. Trump instó a Starmer a adoptar una postura más firme contra la inmigración ilegal, sugiriendo incluso el uso del ejército si fuera necesario. Starmer, por su parte, señaló los esfuerzos del Reino Unido para acelerar la expulsión de migrantes irregulares, mencionando una reciente deportación a Francia. En cuanto a los conflictos en Gaza y Ucrania, Starmer subrayó la necesidad de presionar al presidente ruso Vladimir Putin, mientras que Trump calificó la guerra en Ucrania como una de sus "mayores decepciones" y expresó su esperanza de noticias positivas pronto.
A pesar de estas diferencias, el acuerdo marca un punto de inflexión en las relaciones bilaterales, consolidando la cooperación en sectores tecnológicos cruciales y fortaleciendo los vínculos económicos y de innovación entre ambas naciones.