La comunidad cristiana en Belén y Cisjordania atraviesa un período de severas dificultades, exacerbadas por el conflicto en curso entre Israel y Hamás que comenzó en octubre de 2023. Las hostilidades prolongadas han alterado drásticamente la vida cotidiana, generando penurias económicas, tensiones sociales y una disminución notable de la presencia cristiana en la región.
Belén, un centro tradicional de peregrinación cristiana, ha experimentado una caída drástica del turismo. En 2024, el número de visitantes a la ciudad se desplomó a menos de 100.000, en comparación con los aproximadamente 2 millones de visitantes anuales en 2019, antes de la pandemia. Esta drástica disminución ha dejado las calles desiertas y los negocios locales luchando por sobrevivir. La economía de la gobernación de Belén sufre pérdidas diarias de aproximadamente 1.5 millones de dólares, lo que se traduce en dificultades reales para las familias y empresas que dependen del flujo constante de visitantes. La industria de la artesanía local, que produce artículos tradicionales como artesanías de madera de olivo, joyería de plata, cerámica y textiles bordados, también se ve afectada, con una disminución en la demanda de estos productos, poniendo en riesgo los medios de vida de muchos artesanos. Además, diez proyectos hoteleros en construcción se han paralizado debido al conflicto, simbolizando oportunidades perdidas para la creación de empleo y el crecimiento económico.
El conflicto también ha intensificado las tensiones sociales y las preocupaciones de seguridad. En julio de 2025, líderes cristianos acusaron a colonos israelíes de atacar lugares sagrados cristianos en Cisjordania, incluido un incendio cerca de una iglesia del siglo V. El Embajador de Estados Unidos en Israel condenó el ataque como un "acto de terrorismo". En Taybeh, el único pueblo palestino enteramente cristiano de Cisjordania, los líderes religiosos han denunciado una tendencia creciente de ataques sistemáticos y dirigidos contra los cristianos. En un incidente ocurrido el 7 de julio, colonos incendiaron vehículos, rociaron grafitis y liberaron ganado, además de provocar un incendio cerca de la iglesia y el cementerio de San Jorge, del siglo V. Los líderes eclesiásticos han pedido una investigación inmediata y transparente sobre por qué la policía israelí no respondió a las llamadas de emergencia y por qué estas acciones continúan impunes.
Las celebraciones religiosas también se han visto afectadas. En diciembre de 2024, Belén marcó otra Nochebuena sombría bajo la sombra del conflicto de Gaza. Las celebraciones públicas de Pascua fueron canceladas en abril de 2025, en medio de acusaciones de doble rasero, ya que las celebraciones de Ramadán no se vieron limitadas. El Patriarcado Ortodoxo Griego de Belén anunció la cancelación de todas las actividades y celebraciones de Pascua debido a las "difíciles circunstancias excepcionales y la grave situación durante la guerra".
La combinación de dificultades económicas, preocupaciones de seguridad y la erosión de las prácticas tradicionales ha provocado un aumento de la emigración. En el último año, casi 500 familias han abandonado Belén en busca de estabilidad en otros lugares. Históricamente, la población cristiana de Belén ha disminuido drásticamente, representando ahora solo alrededor del 10% de la población, en comparación con el 86% en 1950. Esta tendencia de emigración se vio acelerada tras la Segunda Intifada (2000-2005), con miles de cristianos abandonando Cisjordania y el área de Belén. El futuro de la presencia cristiana en Belén y Cisjordania sigue siendo incierto. A pesar de los inmensos desafíos, la comunidad cristiana de la región demuestra una notable resiliencia. Los esfuerzos continuos para apoyar y sostener la presencia cristiana son un testimonio de su fe perdurable y su compromiso con su patrimonio.