Beijing se prepara para un evento de conmemoración histórica el 3 de septiembre de 2025, albergando un gran desfile militar para celebrar el 80 aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial. Este evento, conocido como el "Día de la Victoria", contará con la asistencia de líderes de alto perfil, incluyendo al presidente chino Xi Jinping, el líder norcoreano Kim Jong Un y el presidente ruso Vladimir Putin. La presencia de estos mandatarios subraya el fortalecimiento de los lazos entre estas tres naciones, proyectando una imagen de solidaridad en un contexto geopolítico global complejo.
El desfile, que tendrá lugar en la Plaza de Tiananmén, exhibirá el creciente poderío militar de China. Se espera que se muestre armamento avanzado como misiles hipersónicos, aviones furtivos y drones submarinos. La elección de esta fecha y la naturaleza del evento subrayan la importancia de la memoria histórica para China, recordando su papel y las vastas pérdidas sufridas durante la guerra contra la agresión japonesa en las décadas de 1930 y 1940. Este evento se enmarca en una serie de celebraciones que buscan exponer las atrocidades cometidas por los invasores y reafirmar el compromiso de China de no ser subyugada nuevamente.
La ausencia de líderes de Estados Unidos y de las principales naciones de Europa Occidental en el evento resalta las actuales divisiones diplomáticas y las tensiones internacionales. En contraste, se espera la asistencia de 26 líderes extranjeros, incluyendo dignatarios de países como Bielorrusia, Irán, Indonesia y Serbia, lo que demuestra la amplia convocatoria del evento y la red de alianzas que China está cultivando.
Este encuentro tiene profundas implicaciones geopolíticas. El fortalecimiento de la alianza entre China, Rusia y Corea del Norte se percibe como una muestra de desafío hacia Occidente. La creciente cooperación militar entre Pyongyang y Moscú, evidenciada por el envío de tropas norcoreanas a Ucrania a cambio de ayuda militar, está reconfigurando las dinámicas regionales. China, si bien cautelosa ante la posibilidad de verse arrastrada a conflictos o de alienar a sus socios europeos, navega estas complejidades priorizando sus intereses nacionales y su ambición de liderazgo global.
La exhibición de tecnología militar de vanguardia, como los misiles hipersónicos YJ-17, YJ-19 y YJ-20, junto con drones de combate furtivos y vehículos submarinos no tripulados, no solo demuestra la modernización del ejército chino, sino que también envía un mensaje disuasorio a potenciales rivales. Estos avances tecnológicos, muchos de ellos desarrollados de forma independiente, posicionan a China como una potencia militar cada vez más asertiva en la escena mundial. La capacidad de integrar estas tecnologías en operaciones conjuntas entre las diferentes ramas de las fuerzas armadas chinas será crucial para su efectividad en futuros conflictos.